¿Será que se droga mi hijo?
Un ambiente familiar y escolar que proporcione cariño y estabilidad emocional actúa como protección frente al consumo de drogas.
Cuando un adolescente consume drogas, al principio lo hace por curiosidad, porque alguien cercano le haya ofrecido y no se haya atrevido a decir que no. Cuando el consumo es frecuente o habitual suele haber pistas en su conducta y otros comportamientos problemáticos.
¿Cuáles son los motivos para tomar drogas?
A veces simplemente no hay motivos directos para consumir drogas, sino algunas circunstancias fortuitas, ofrecimiento de droga en fiestas, pertenecer a un grupo en el que sea costumbre, etc. A continuación se muestra una relación con los principales motivos:
La curiosidad y la búsqueda de novedades, la experimentación.
En los adolescentes es muy importante la presión del grupo. Fumar, beber o tomar drogas forma parte de un ritual de pertenencia a una pandilla.
El afán de parecer más atractivo, de ligar y de relacionarse, parecer más popular o líder.
Algunas drogas quitan las inhibiciones y pueden, en cierto sentido, favorecer el contacto con otros chicos o chicas de su edad y que “todo el mundo parezca más simpático o atractivo”.
En muchos casos se busca que las drogas favorezcan las relaciones sexuales.
También para olvidar o supuestamente para afrontar dificultades y frustraciones o para mejorar la autoestima.
A veces, se busca dormir mejor o por el contrario estar más alerta para determinadas actividades.
Incluso, a veces, para controlar el peso.
Factores favorecedores y factores protectores
Algunas circunstancias de la familia y del entorno pueden predisponer al consumo de drogas; otras, por el contrario, pueden hacerlo más difícil, aunque hay que tenerlos en cuenta como factores que lo hacen un poco más fácil o más difícil, sin más. Entre los factores favorecedores se encuentran los siguientes:
El inicio experimental precoz de alguna sustancia (tabaco, alcohol o cannabis), junto a la falta de supervisión familiar y la permisividad en el consumo.
Las características de la propia personalidad: la falta de autoestima y el no poder manejar bien las frustraciones de la vida diaria.
Modelos educativos inadecuados, muy autoritarios o muy permisivos.
Dificultades familiares graves, marginalidad, drogadicción en los padres o hermanos, enfermedad mental grave de los padres.
Disponer de más dinero del necesario.
Integrarse en pandillas en las que se toman drogas.
La creencia de que “a mí no me va a pasar nada”, “yo controlo”, etc. indica que no se ve el peligro. O “todos lo hacen”, que traduce una percepción exagerada de la conducta de los demás.
Entre los factores protectores se incluye todo lo contrario a lo descrito anteriormente. También hay factores ligados a determinadas personas que hacen que tengan una mayor resistencia. Se pueden destacar los siguientes:
Ambiente familiar y escolar adecuados que proporcionen cariño y estabilidad emocional. La transmisión de valores propios de la cultura o el grupo social.
Adecuada autoestima y cualidades sociales básicas que favorezcan las relaciones con los demás. Un grupo de amigos que socialicen y faciliten el paso a la vida adulta dentro del grupo.
Protección social y legal para que la oferta de drogas no llegue al adolescente.
¿Cuáles son los síntomas principales del consumo de drogas?
Los síntomas típicos y “las señales” que nos deben alertar sobre un posible consumo de drogas son:
Cambios bruscos de humor.
Ausencias o retrasos en clase o en el trabajo.
Problemas de disciplina o rendimiento.
Pérdida de motivación.
Falta de interés por aficiones favoritas.
Olvidos.
Cambios de amigos.
Dificultad para concentrarse.
Agresividad.
Empeoramiento de las relaciones familiares.
Desaparición de dinero u objetos de valor.
Petición desproporcionada de dinero y en cantidad cada vez mayor.
Enrojecimiento ocular.
Pérdida de apetito.
Uso de colirios, desodorantes, inciensos.
Uso de utensilios: pipas, cajitas metálicas…
Decálogo para madres y padres para la prevención del consumo de drogas en la adolescencia
Dialogar con los hijos aprovechando aquellas oportunidades en las que estén predispuestos a hablar y no solo cuando nosotros queramos hablar con ellos.
Fomentar actividades de ocio y aficiones comunes, encontrando la forma de divertirse con ellos.
Tener un proyecto educativo individual para cada hijo.
Transmitir valores.
Transmitir los valores propios de la comunidad a la que se pertenece y fomentar la pertenencia a ella.
Enseñar moderación en general y en el uso del dinero en particular.
Ofrecer un modelo adecuado, dando ejemplo de mesura con el consumo propio de alcohol.
Conocer a sus amigos y a su pandilla y ofrecer, en la medida de lo posible, la propia casa para que se reúnan.
Mantener unos horarios razonables pero firmes en las “salidas”.
Reforzar positivamente las conductas que lo merezcan y negativamente las que requieran corrección, señalando estas últimas y explicando la actuación adecuada, pero sin descalificar a las personas.
Programas escolares y comunitarios:
Son útiles para contribuir a disminuir y prevenir el consumo de drogas. Todavía no se sabe cuál es el programa ideal y en cada comunidad pueden ser diferentes. Es importante que participen en él padres, profesores, comunidad de vecinos, ayuntamientos, etc.
Sociedad española de Pediatría