¿Sabes regular tus emociones?
Por la Lic. Mirta Dall´Occhio*
La mayoría de las personas buscamos una vida satisfactoria para nosotros y nuestras personas significativas. Lo que entendemos por satisfactoria depende de nuestros valores y alcanzarla depende ya de más variables, algunas nos trascienden y condicionan y otras dependen de nosotros. Las primeras debemos reconocerlas, aceptarlas y aprender a vivir integrándolas. Las segundas -que sí dependen de nosotros- son nuestro desafío y requieren compromiso y perseverancia.
¿Qué sucede cuando dentro de ese desafío personal aparece aprender a regular emociones que se asocian a conductas destructivas?
Hoy sabemos que las emociones son un fenómeno que involucra todo el cuerpo, como experiencia subjetiva y marcando la tendencia a una acción específica. Una emoción irrumpe con calidad imperativa y nos obliga a ser conscientes de que está allí, aunque después pueda mostrarse modulada o modificada. Además una emoción va a aparecer en una situación para conseguir un objetivo, ya sea relevante o no tan central. Pero siempre va a estar asociada a necesidades.
Muchos de nosotros tuvimos la oportunidad que nuestro sistema nervioso y socio cultural fuera educado y pudimos aprender a conectarnos con las distintas emociones que se activan en las situaciones, a reconocerlas, nombrarlas y aprendimos a regular las respuestas para poder procurarnos una vida con vínculos satisfactorios.
¿Qué pasa cuando eso falla? ¿Qué sucede cuando la persona no se conecta correctamente con las emociones que aparecen asociadas a una situación significativa?
Se responde sin saber qué emoción primaria subyace a las expresiones emocionales visibles. Puede avanzar y aunque esté en un embrollo consigo mismo o con los otros no logra acceder, por ejemplo, al miedo paralizante que subyace a su enojo. Incluso se puede accionar guiado por más y más furia destructiva que lo mantiene alejado de su emoción primaria, contrapuesta en este caso que podría ser miedo, pero también tristeza.
Sin ayuda específica es poco probable que logre desarticular este proceso. Las emociones pueden asociarse bloqueándose mutuamente. Esto se ve más claramente en las situaciones conflictivas interpersonales o las enfermedades psicosomáticas.
En situaciones estresantes y conflictivas la persona suele presentar no una ni dos, sino una familia de emociones asociadas a la situación y allí aparecen las distintas fuerzas contrapuestas, y los pensamientos y acciones asociadas pueden parecer incoherentes o contradictorios, ya que responden a diferentes emociones con distintos niveles de reconocimiento y capacidad regulatoria por parte de la persona que padece su conflicto. Para este tipo de personas el trabajo con sus emociones es crucial a la hora de considerar mejorar su calidad de encuentros ya sea consigo mismo como con los otros.
*Lic. Mirta Dall´Occhio
Directora de Hémera
Centro de estudios del estrés y la ansiedad
www.hemera.com.ar / info@hemera.com.ar