El desarrollo a través del juego
El bebé establece un vínculo con la realidad exterior y las fantasías por medio de actividades lúdicas. De todos modos, es necesaria la asistencia del adulto, quien lo pone en contacto con ese mundo de objetos, ya que el juguete en sí mismo no enseña a jugar.
La comunicación entre madre e hijo se produce a través de los cinco canales sensoriales: vista, oído, tacto, olfato y gusto. Ambos se dejan envolver por una “danza comunicativa”, hecha de miradas, risas y gorjeos. Esto convierte a la madre en el primer juego del recién nacido.
Hace algún tiempo, también los padres han descubierto el placer de la ternura y de los mimos prodigados al bebé. Gracias a estos valiosos intercambios, el pequeño aprende a reconocer enseguida a su papá por la manera de jugar con él.
Lo mismo ocurre con el resto de la familia. Al jugar con ellos, el niño no sólo establece contacto con el ambiente, sino que detecta la personalidad de quienes lo rodean y aprende a reconocerlos. Poco a poco, toma conciencia de sí mismo y del mundo circundante.
A su vez, viéndolo jugar, los padres pueden saber más de su hijo, descubrir cómo piensa, qué cosas llaman su atención, cuándo se impacienta y cómo supera un obstáculo. Los mayores deben favorecer las oportunidades recreativas del menor, sin entrometerse de una manera excesiva.
De 0 a 6 meses: estimulando los sentidos
•En los primeros días el bebé observa aisladamente todo aquello que le llama la atención. A partir de las diez o doce semanas, empieza a captar imágenes de conjunto
•Los colores vivos, el movimiento y los sonidos lo atraen, iniciando una exploración del entorno inmediato, además de la exploración de sí mismo
•Los recién nacidos pueden ver objetos a 25 centímetros de su nariz. Si bien es cierto que principalmente tienen interés en mirar un rostro, un buen modo de estimulación es ofrecerles objetos interesantes por su color brillante (una foto, un vaso de plástico con dibujos), por su textura (una esponja, un pedacito de alfombra) o por su reflejo (un espejo, algo de acero inoxidable)
•El bebé empieza a reconocer formas y objetos, al tiempo que fortalece los músculos usados para focalizar y mejora su motricidad
De 6 a 12 meses: manipulación
•El niño comienza a coordinar sus manos acercando los objetos a su boca
•Se siente atraído por los objetos sonoros
•Emite las primeras palabras. Se producen los primeros esbozos de independencia: aprende primero a sentarse solo y después a gatear
•Para estimularlo a sentarse, póngalo erguido contra un sillón y dele juguetes “fijos”, como una olla y una cuchara para golpear. Para instarlo a gatear, póngase a gatear con él y dele juguetes que ruedan, como pelotas y latas
•Para que intente pararse, ponga su juguete favorito sobre una silla
•La habilidad que desarrolla en esta etapa es la destreza física
De 12 a 18 meses: observación e integración
•Grandes cambios. En esta fase, el niño adquiere mayor movilidad y autosuficiencia
•Es un buen momento para presentarle compañeros de juego, pero permaneciendo cerca de él para que se sienta tranquilo y protegido
•Juguetes apropiados para esta edad: bloques de plástico para apilar y tirar, juegos de formas, juguetes flotantes, juguetes musicales, juguetes de arrastre, juguetes para montar, libros de imágenes, muñecos que respeten la forma del cuerpo humano, títeres, marionetas, teléfonos de juguete, pelotas grandes de goma blanda
•Habilidad que desarrolla: la coordinación entre la vista y la mano
De 18 a 36 meses: comunicación
•El niño consigue una movilidad completa que le ofrece nuevas posibilidades de exploración y más independencia. Disfruta de los triciclos y andadores que le ayudan a dosificar su energía y aumenta su concepción espacial
•Los conocimientos que adquiere son recordados, y posteriormente empleados en sus movimientos y manipulaciones
•Hacia los 18 meses el niño maneja unas 20 ó 30 palabras y se va iniciando hacia el juego de lo simbólico, fundamental para el desarrollo de su inteligencia. Hacia los 36 meses ya utilizará frases
•Juguetes recomendados: triciclo, caballito y andadores sin pedales. Rompecabezas de pocas piezas y grandes. Juguetes de imitación (cocina, supermercado, muebles). Juegos de construcción un poco más complejos pero todavía de piezas grandes y colores brillantes. Carretilla pequeña, materiales plásticos moldeables. Cubos, pala, rastrillo y moldes. Muñecos de trapo. Juguetes con música y movimiento
Hay una correlación entre el uso que el niño da al juguete y las particularidades del desarrollo de la personalidad en cada período. Así, un buen juguete puede servir en las sucesivas etapas de la vida, sin necesidad de estar creando nuevos y más variados elementos, pues lo que cambia es la manera en que los chicos los utilizan en las diferentes edades.
El niño puede experimentar vivencias positivas o negativas relacionadas con el éxito o el fracaso de sus acciones con el juguete, lo que ejerce un efecto en sus emociones y sentimientos.
Cuando los niños carecen de estos objetos, utilizan las cosas más disímiles y les dan categorías de juguetes: una botella se transforma en una muñeca, un pedazo de madera se convierte en un barco, una escoba se vuelve un caballo.
Es fundamental que los juguetes estén al alcance de los pequeños, pues ayudan al desarrollo de la independencia y a la manifestación de la inteligencia, en la misma medida en que las necesidades e intereses se refuerzan por la actividad lúdica libre.
CONSULTE SIEMPRE A SU PEDIATRA
Dra. Amapola Adell