El sueño en la infancia

En los primeros quince años de la vida se producen más cambios en la estructura del sueño y en las funciones fisiológicas asociadas a él que en el resto de la vida. Esto conlleva la aparición de diferentes cuadros patológicos, algunos con clínica diferente al adulto y obligan a realizar su estudio por separado.

El objetivo de estas líneas es repasar las características específicas del sueño y sus alteraciones en la edad pediátrica.

Características específicas del sueño durante la infancia

En función del estado madurativo neurofisiológico, cada edad presenta características determinadas del sueño:

Fase de Recién Nacido a 12 meses:
Se pueden identificar tres estadios diferentes de sueño:

Sueño activo (equivalente el sueño REM): movimiento ocular rápido, que es la fase del sueño durante la que suceden los ensueños más intensos. Durante esta fase, los ojos se mueven rápidamente y la actividad de las neuronas del cerebro se asemeja a la de cuando se está despierto, por lo que también se le llama sueño paradójico.

Sueño tranquilo (equivalente al sueño NREM).

Sueño indeterminado (definido por ser un estadio en el cual no se identifican los criterios de clasificación de sueño REM ni de sueño NREM).

La estabilidad del sueño total en las primeros 12 meses de la vida es relativamente baja: La relación sueño día / sueño noche, cambia desde el 0.93 a la semana de vida al 0.15-0.21 % al año de vida. Los períodos de vigilia se incrementan de 128 minutos a las 6 semanas a 210 minutos a los 6 meses localizados fundamentalmente por las tardes. La duración media del ciclo del sueño en el recién nacido, es de aproximadamente 30-40 minutos, siendo muy frecuentes breves despertares durante el sueño los 2 primeros meses de vida.

Durante los primeros 3 meses el adormecimiento nocturno se produce generalmente con facilidad, pero a partir de esta edad se observa cierta dificultad en alcanzarlo; quizás relacionado con el deseo de relación con el entorno. Hacia los 3 meses de edad la maduración de los sistemas de control produce una distribución casi estable de los períodos de sueño y vigilia diurnos de tal forma, que los patrones diurnos están relativamente bien establecidos hacia las 12-16 semanas de vida.
En el recién nacido la duración total del sueño suele ser de 16 a 17 horas al día. Las horas totales de sueño disminuyen progresivamente siendo de alrededor de 14 a 15 horas a las 16 semanas de vida y 13 a 14 hacia los 6 u 8 meses. A partir de los 8-10 meses, la organización y los ciclos del sueño comienzan a ser muy parecidos a los del adulto.

De 2 a 5 años de edad:
En contraste con los rápidos cambios que se producen durante el primer año de la vida, los cambios en este período son más graduales. El sueño empieza a consolidarse en un largo período nocturno de aproximadamente 10 horas: Durante los 2-3 primeros años el sueño diurno continúa con siestas diurnas cortas y entre los 3-5 años de edad se consolida en un único período nocturno. A los 2-3 años de edad los niños todavía tienen ciclos de sueño de aproximadamente 60 minutos, con el primer período de sueño REM hacia la hora de inicio del sueño (a diferencia de los adultos). Es a partir de los 4-5 años de edad cuando los ciclos se van alargando progresivamente hasta los 90 minutos típicos del adulto.

La distribución del sueño REM / NREM también varía: El sueño REM desciende progresivamente desde el 30% del tiempo total de sueño al nivel normal de adulto de 20-25%. En los primeros 6 meses de vida la ritmicidad REM/NREM es más predecible en los períodos de sueño que siguen a la alimentación que en los períodos de sueño que siguen a vigilias en las que el niño no ha sido alimentado; esto sugiere que la alimentación sirve como un dispositivo que regula los ciclos del sueño. Estos cambios están también estrechamente relacionados con el incremento de los períodos de vigilia diurna.
La disminución del período REM es continua hasta los 3 a 4-6 años en los que desaparece la siesta diurna. Típicamente los niños a esta edad suelen tener 7 ciclos de sueño durante cada período de sueño nocturno. La transición entre los diferentes ciclos a esta edad es regular y tranquila, mientras que los adultos se mueven bruscamente al paso de un ciclo a otro.

Etapa de 5 a 10 años:
Los patrones del sueño ya muestran una cierta estabilidad y se parecen al de los adultos. El tiempo total de sueño suele ser 2 horas y media más largo que el adulto. A esta edad la presencia de manera constante de siestas diurnas nos debe alertar sobre la existencia de algún proceso patológico. La duración media de la latencia del sueño suele ser de alrededor de 15 minutos lo que demuestra un estado importante de alerta y vigilancia.

En niños mayores de 10 años hasta un 27 % son roncadores habituales, cifra que se eleva a 47% en presencia de Infecciones Respiratorias. Estos roncadores habituales tienen de forma significativa una mayor incidencia de somnolencia diurna, síndrome de hiperactividad y sueño de peor calidad.

Resumiendo, podemos afirmar que a lo largo de la infancia van disminuyendo las horas dedicadas al sueño y, de forma progresiva, se va unificando en un único episodio nocturno.

CONSULTE SIEMPRE A SU PEDIATRA

Dr. Ariel Melamud

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