El otro polvo blanco

Entre las nuevas informaciones que llegan de los círculos nocturnos de diversión encontramos sustancias como la Ketamina. La misma se está haciendo un lugar más que destacado entre los jóvenes que buscan nuevas sensaciones.

La ketamina es un anestésico no barbitúrico, derivado de la fenciclidina, utilizado principalmente como analgésico veterinario. Sin embargo, se ha aprobado también su uso en seres humanos.
Se vende en forma de líquido incoloro e inodoro, o como polvo de color blanquecino. Los nombres con los que más comúnmente se llama a esta droga son: K, special K, cat valium, vitamin K, Purple y Super C, entre otros.

Llama la atención que un principio activo como éste, (hasta hace poco vinculado a círculos de politoxicómanos más deteriorados) comience a cobrar un papel tan destacado que funde una opción considerada interesante entre los adolescentes y jóvenes que exploran nuevas maneras de intoxicación.
Lo que se busca con esta sustancia, no es sólo bailar sin parar, ya que el cansancio no se hace presente, sino perder el sentido de la realidad y alucinar.
La ketamina produce un efecto que algunos usuarios llaman “K-Agujero”, donde la persona se ve a si misma desde fuera de su cuerpo. Muchos lo han descripto como un estado cercano a la muerte.
Al tener efecto anestésico, los consumidores no son concientes del dolor y cualquier herida que se hagan no despertará señales de alerta. Generalmente, el sujeto no se recupera por completo hasta 48 horas después del consumo.

La pregunta obligada entonces es: ¿Qué sentido tiene consumir una droga tan dura y catatónica en el ambiente de una fiesta con música repleta de sonidos electrónicos y grandes bases rítmicas?

La respuesta tiene relación directa con la dosificación. En la ingesta de pequeñas dosis, por debajo de lo que suele ser la dosis media de cocaína u otros estimulantes, la ketamina tiene un efecto sedante que aturde más de lo que duerme. Se experimenta una sensación de relajación física y mental, de “estar en una nube”. El tacto se vuelve excepcional y supersensorial.
El curso anestésico que produce se caracteriza por un estado de analgesia profunda, pérdida de la conciencia, y reflejo normal de la faringe y laringe. A este estado se le ha llamado “anestesia disociativa”.
No son efectos iguales a los de otras drogas de diseño como el éxtasis, no es una felicidad conciente y empática con el resto, sino una desconexión de la realidad, pero hay ciertas similitudes. Igualmente, los efectos están condicionados al ambiente y al estado de humor de la persona.

Lo más peligroso es la dificultad para calcular la dosis exacta.
La sobredosis se puede producir a partir de los 60-70 mg (y a veces antes), y nunca se puede saber la pureza ya que puede estar adulterada con multitud de substancias.
Muchas veces, incluso los más experimentados caen en errores; entonces la aparente benignidad del polvo, se convierte en un viaje oscuro a lo más profundo del “agujero k”, esa sensación de vacío que tan frecuentemente describen los consumidores de ketamina.

Algunos de los efectos secundarios de su ingesta son:
• Anorexia, vómitos o nauseas
• Elevación del pulso y presión sanguínea
• A dosis altas, puede producirse parada respiratoria

Los efectos a largo plazo aún no son conocidos en su totalidad, pero se sabe que puede causar delirio, amnesia, depresión y dificultades para la memoria y el aprendizaje. La ketamina produce dependencia psicológica y, a la larga, física. También genera tolerancia, por la cual el individuo debe aumentar la dosis para obtener el mismo efecto.
¿Qué hacer en caso de emergencia?

Las intoxicaciones agudas con ketamina provocan depresión respiratoria, en cuyo caso se recomienda utilizar asistencia respiratoria mientras cede el efecto del anestésico. Esto hace necesario acudir a un hospital inmediatamente.
Mientras se espera la llegada de la ambulancia o se lleva al afectado al hospital, es importante intentar que haya el menor número de estímulos visuales (luz), auditivos (música, ruido, conversaciones) y táctiles (dar golpecitos a la cara, pellizcar, mover bruscamente, etc.).

CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO

Lic. Leila Chait

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