La profesión de los hijos

El momento de elegir una carrera es muy traumático en la vida de los jóvenes. A continuación, un breve relato y una reflexión sobre el lugar que pueden (y deben) ocupar los padres durante el tiempo que lleva esa gran decisión
Unas semanas atrás, nos reunimos con un grupo de parejas amigas, todos entre 45 y 55 años de edad. De pronto, estábamos hablando sobre el futuro y las carreras de los hijos. Uno de los hombres hizo el siguiente comentario:
“Mi hija está loca, se le ocurrió estudiar Arqueología. Si piensa que yo la voy a bancar, se equivoca. ¿De qué piensa vivir? Yo no la voy a mantener toda la vida”.
Entonces yo pregunté: “¿vos conocés a muchos arqueólogos?”. Un silencio en el lugar, y luego él responde: “no sé, en realidad no, pero qué tiene que ver, todo el mundo sabe que los arqueólogos no ganan nada”.
Contesto nuevamente: “Yo conozco a dos arqueólogos solamente. Uno es egiptólogo y viajó por todo el mundo; otro es la hija de un conocido, que es directora de un museo. A los dos les va muy bien. Si no conocés a ningún arqueólogo, ¿de dónde sacaste que se mueren de hambre?”
Silencio nuevamente. “Bueno… no sé… vos sos psiquiatra y rebuscás todo. ¿No hay acaso carreras normales para seguir?”.
Fin de la anécdota.

Es cierto que en las últimas décadas el tema vocacional comenzó a estar bastante confuso en la mayoría de los jóvenes. La sociedad posmoderna impuso el éxito económico como único camino para lograr la felicidad. Antes, una persona estudiaba una carrera porque sentía placer y era feliz ejerciéndola, independientemente de si era rico o pobre con su profesión.
Todos estos parámetros nuevos generaron presiones y conflictos en la elección de los jóvenes, que deben decidir qué estudiar y a qué dedicarse de adultos. Los momentos previos son vividos con preocupación y con un gran vacío.

Por todo esto me atrevo a darles las siguientes sugerencias:

• Tratar de abstraerse del mercado laboral o del futuro económico. Decidir exclusivamente por el placer que le genere una profesión. En un país tan cambiante como el nuestro, es imposible saber cómo va a estar el mercado laboral en 5 años.

• No dejarse influenciar por la trayectoria de los padres en una profesión o actividad, excepto que sea por mecanismos identificatorios positivos.

• No preocuparse por los atrasos que generen los cambios de carrera, ya que los procesos y caminos que recorre cada uno son distintos. Estudian una carrera, no corren una carrera.

• Evitar hacer comparaciones con otros conocidos o amigos más organizados, que tienen todo más claro en cuanto a qué camino seguir.

• Darse la posibilidad del diálogo, aunque a los padres les cueste comprender las elecciones de los hijos, y evitar posturas extremas (sumiso o rebelde total) con respecto a lo que los mayores opinen.

• Tomar la etapa de elección como un aprendizaje y no como un sufrimiento, quitarle el dramatismo a la elección. Hay tiempo para cambiar. Evitar, en definitiva, los juicios rígidos de los demás y también los propios.

• Por último, recordar siempre la frase de León Tolstoi: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que uno quiere, sino en querer siempre lo que uno hace”.
Dr. Saul Salischiker

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