Sumisión Química

La sumisión química se puede definir como la administración de sustancias psicoactivas a una persona sin su consentimiento, con fines delictivos, básicamente de tipo sexual.

Muchos podemos recordar, especialmente las mujeres, aquello que mencionaban nuestros padres, antes de salir por la noche: “Cuidado, que nadie te ponga algo raro en la bebida sin que te des cuenta”. Parece que esa leyenda está dejando de ser tal, para convertirse en realidad.

La expansión de las “drogas de club” y las facilidades para adquirirlas por Internet ha hecho saltar las alarmas de los profesionales, quienes reciben cada vez con más frecuencia a posibles víctimas de la denominada “sumisión química”. Se trata de la administración de sustancias psicoactivas a una persona sin su consentimiento, con fines delictivos, básicamente de tipo sexual.
Las sustancias más empleadas no son desconocidas por el público general: éxtasis, las benzodiacepinas (los sedantes más conocidos), cannabinoides, barbitúricos e incluso antihistamínicos.
Al ser inodoras e insípidas, nadie diría que el café tiene un sabor raro y mucho menos que la tercera copa es algo distinta de la primera.

Un estudio en Canadá entre 1993 y 2002, registró 1.594 casos de abusos sexuales, de los cuales, 246, el 15,4% de ellos utilizaron las drogas para conseguir la sumisión de la víctima.

Estos abusos sexuales serían como un crimen perfecto. La persona agredida, casi siempre una mujer, no detecta la droga. El efecto es un estado de parálisis variado, donde hay una repentina inconsciencia, dificultad para articular palabras. Ya las fuerzas para resistirse están muy mermadas y aflora una dificultad para recordar los hechos acontecidos. La víctima padece una amnesia anterógrada, por la que no es capaz de recordar nada de lo ocurrido. Si no puede recordar, no tiene la posibilidad de identificar al agresor ni de plantear ante la justicia los hechos de forma clara.

¿Quiénes son las personas más expuestas a estas situaciones?

El perfil es una mujer joven que sale a divertirse a un sitio que en principio no representa ningún peligro y se despierta en un lugar desconocido con indicadores evidentes de haber sufrido un abuso sexual.
Los signos generalmente no son físicos porque la mujer no ha puesto resistencia, pero sí hay señales que indican que se han mantenido relaciones sexuales sin su consentimiento. Además del abuso, estas prácticas sexuales pueden desencadenar otro tipo de problemas: enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y trauma psicológico.

¿Cuáles son las señales que nos deben alertar?

Generalmente todo comienza con una sensación de borrachera desproporcionada respecto a la cantidad de alcohol ingerida. Suelen aparecer: desinhibición, náuseas, desorientación, aturdimiento, hormigueo en las extremidades, visión de túnel, pérdida de conciencia y desmayo.
Luego hay resaca, que en la mayoría de los casos es exagerada. No se recuerda lo que ha ocurrido desde la consumición de la bebida hasta el despertar.

¿Qué precauciones se pueden tomar para disminuir el riesgo?

Salir acompañada y permanecer rodeada de conocidos la mayor parte del tiempo, incluso organizar la vuelta a casa antes de comenzar la noche.
Tener vigilado el vaso o la copa, preferiblemente sostenerlo en la mano.
Si fuese necesario ausentarse por un momento, pedirle a alguien de confianza que lo haga por una.
Mirar cuando sirvan la consumición y no permitir que una persona desconocida pida por nosotras.
Si se observa que una persona está muy borracha o con síntomas de estar drogada, no dejarla sola, intentar buscar ayuda y permanecer a su lado hasta que alguien pueda asistirla.
Intentar no beber de envases donde no se sepa exactamente qué hay, especialmente cuando ha sido preparado de antemano.
Procurar no participar en competiciones con gente desconocida en los que se bebe como premio o castigo.
Si lo que se está bebiendo tiene una apariencia o un sabor diferente de lo habitual, no continuar, dejarlo y esperar un rato antes de pedir otra bebida.

Fuente: elmundo.es / elpais.com

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Lic. Leila Chait

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