Ataque de pánico

Por  Dr. Saul Salischiker

Un cuadro muy preocupante, generador de angustia y cada vez más común en nuestros tiempos.
A continuación, el relato de un caso y los verdaderos alcances del ataque de pánico.

Gustavo estaba sentado en un restaurante con su mujer y una pareja de amigos. De pronto, comenzó a sentirse mal: palpitaciones, sudoración y molestias abdominales. Su mujer se dio cuenta de que algo le pasaba. La situación empeoró porque la taquicardia aumentaba y además aparecieron mareos, sensación de ahogo y una opresión en el pecho. Lo llevaron a la calle para que tomara aire fresco, pero no había caso. Gustavo sentía que se moría.

Fueron a una clínica y en la guardia le realizaron un examen físico completo. Tanto el electrocardiograma como el análisis de sangre decían que estaba sano. Luego de que el médico le dio la buena noticia, Gustavo mejoró. Pensó: “tal vez fue la comida o el estrés; quizá haya sido el lugar cerrado”. Y así volvió a su casa.

La mañana siguiente, mientras desayunaba, comenzaron nuevamente los dolores, la taquicardia, la sudoración, la sensación de atragantarse y la falta de aire, los mismos síntomas que la noche anterior.
Otra vez en la guardia de la clínica le realizaron los mismos exámenes y la respuesta fue la misma: el paciente estaba sano.

Las crisis se repitieron durante varios días, y duraban entre 5 y 20 minutos. Así fue como Gustavo se acercó a mi consultorio, acompañado por su mujer, con un gran susto. El diagnóstico estaba claro: ataque de pánico (panic attack) En consecuencia, fue medicado adecuadamente y comenzó una psicoterapia de apoyo. Luego de 15 días, las crisis habían cedido totalmente y Gustavo pudo retomar sus actividades con normalidad.

¿Qué es el ataque de pánico?

Según el DSM IV (el manual diagnóstico de los trastornos mentales por excelencia), se trata de un cuadro de miedo o malestar intenso, de aparición temporal y aislada, acompañado por cuatro o más de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros diez minutos:

1) Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
2) Sudoración.
3) Temblores o sacudidas.
4) Sensación de atragantarse.
5) Sensación de ahogo o falta de aliento.
6) Opresión o malestar toráxico.
7) Náuseas o molestias abdominales.
8) Inestabilidad, mareo o desmayo.
9) Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
10) Miedo a perder el control o volverse loco.
11) Miedo a morir.
12) Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
13) Escalofrío o sofocaciones.

Los pacientes como Gustavo se recuperan por completo con medicación específica y psicoterapia. Ambos tratamientos son importantes. La decisión de no usar medicación en estos cuadros se encuentra en la actualidad , fuera de discusión y entraría en el terreno de mala praxis.

Si bien el DSM IV da como criterio diagnóstico cuatro o más de los síntomas que mencionamos, en la actualidad se observan casos que pueden ser diagnosticados como ataques de pánico con menos síntomas.
A veces, el paciente, a pesar de estar medicado, puede continuar sufriendo de agorafobia, un miedo a los espacios abiertos, a los lugares con gran cantidad de gente, con el consiguiente rechazo a salir del hogar por la posibilidad de sufrir un ataque.
Por otro lado, si no se encara alguna clase de tratamiento o si no se obtienen resultados después de una consulta, el cuadro puede dirigirse hacia la depresión. Paralelamente, permanecen las crisis y aumenta el aislamiento. Muchas veces, estando el paciente recuperado, persisten durante meses sensaciones o malestares pequeños. Estas molestias -denominadas residuos panicosos- van cediendo gradualmente con el tiempo, hasta desaparecer.

En los últimos años aumentaron notablemente los cuadros de ataque de pánico. En la gran mayoría de las ocasiones, tanto en las guardias de los hospitales como en las clínicas privadas, el diagnóstico es incorrecto. Así, los pacientes recorren varios especialistas antes de ser derivados al psiquiatra. De hecho, la falsa creencia de que el psiquiatra sólo se ocupa de trastornos mentales graves retrasa la derivación y, en consecuencia, demora el tratamiento.

Desde hace algunos años, entre los especialistas, se llegó a la conclusión de que el incremento de los cuadros panicosos está directamente relacionado con la situación de inestabilidad económica, laboral y social que vive el mundo en general y nuestro país en particular. Sin embargo, no me voy a explayar en estos temas, porque no son el objetivo de este artículo y además porque corro el serio riesgo de caer en PÁNICO.

CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO

Dr. Saul Salischiker

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