¿Qué es la nutrición emocional?
Por Dr. Horacio Reyes Vázquez
Un nuevo concepto en alimentación es el de la “nutrición emocional”, que implica una ingesta balanceada, con diferentes tipos de comidas, acompañadas de amor, respeto y limites.
Se sabe que la alimentación que recibe el bebé en el útero y, sobre todo, en los primeros años de su vida marcará el desarrollo futuro de su organismo. La nutrición es llamada “recuerdo para el porvenir” porque tiene repercusiones cruciales en la vida adulta. Por ejemplo, la deficiencia de acido fólico durante el embarazo interfiere en el desarrollo celular y genera defectos en la columna vertebral, que abre la puerta a enfermedades como el meningocele o mielomeningocele.
Los médicos pediatras nos enfrentamos a un reto muy importante hoy en día: además del problema de la desnutrición, cada vez resulta más común su contraparte, es decir el sobrepeso y la obesidad. Los más recientes estudios en México arrojaron resultados similares a otros países latinoamericanos.
Por un lado, hay un descenso sostenido de la desnutrición crónica desde 1988. También es auspiciosa la baja de la anemia desde 1999, a pesar de que los valores continúan siendo elevados en niños y mujeres. La anemia es, aún hoy, una alarma no escuchada en relación con la nutrición infantil.
Por otro lado, han aumentado el sobrepeso y la obesidad en escolares, adolescentes y adultos. México se ubica entre los países con mayores índices en todo el mundo.
Sistema de calma, contacto y relación
Una hormona fundamental para el inicio de las contracciones en el momento del parto es la oxitocina. Lo importante de esta hormona es que tiene consecuencias en el ser humano tales como: activación del comportamiento maternal, mayor contacto social entre los individuos, menor ansiedad, mayor curiosidad, disminución de la sensación de dolor y facilidad en el aprendizaje.
La madre, al tener un apego temprano con su bebé, genera un reconocimiento y preferencia hacia él con una gran rapidez por la alta concentración de oxitocina durante el nacimiento. Esto es interpretado como “el elixir del recuerdo”, que se aplica en otras etapas de la vida en nuestras relaciones amistosas o de amor. La hormona nos permite potenciar la creación de vínculos afectivos a través de vías neuronales, que al final se traducen en que nunca olvidamos a determinadas personas.
La liberación de la oxitocina en los primeros años de vida se logra a través del contacto con el niño, sea con caricias o con la voz de los padres. Así, el vínculo afectivo se refuerza y nuestros hijos sienten un estado de calma.
Los alimentos no bastan para asegurar un crecimiento sano. Sin contacto personal, los procesos digestivos se ven alterados, a pesar de una nutrición correcta. No solamente el tacto influye, sino también los demás órganos de los sentidos. Por ejemplo, los olores agradables generan una sensación placentera, que lleva a actitudes más tranquilas. Lo mismo ocurre con la música, aconsejada para los procesos de aprendizaje.
Todos nuestros sentidos interpretan el medio que nos rodea. Si lo percibimos amenazante y peligroso, reaccionamos con actitudes de lucha o huida. Si lo captamos como agradable y apacible, respondemos con el sistema de calma y contacto.
Comer: un masaje interno
Hay un antiguo dicho que reza: “no hay problema que una buena comida no pueda resolver”. Así, los momentos de almorzar o cenar son fundamentales en las relaciones familiares. Cuando comemos, introducimos trozos de alimentos en la boca, los mordemos, los masticamos, los tragamos. La comida entra en nosotros mientras conversamos, convivimos e incluso resolvemos problemas de la vida diaria.
Los alimentos llegan al intestino y se liberan hormonas para su digestión. El cerebro recibe mensajes de saciedad, por lo que nos sentimos serenos luego de la ingesta. Así, el comer con nuestros hijos favorece y refuerza nuestros vínculos. El momento de la comida es una gran oportunidad de interactuar con ellos, y de crear un entorno positivo para su salud y crecimiento.
Los trastornos en la alimentación se dan cuando deseamos aliviar la sensación de ansiedad, malestar existencial y la soledad. La comida sustituye el contacto y el amor cuando estos faltan.
Impacto en la nutrición
Se ha visto que los niños que cursan sus estudios con una mala nutrición (desnutrición o sobrepeso) tienen diversos factores de riesgos, siendo uno de los más importantes la atención que reciben de los padres y cuán integrado continúe su vinculo afectivo. Por ejemplo, en la desnutrición, además de ser importante la alimentación en sí, también influye la cantidad de horas dedicadas por los padres a la crianza y cuidados. Aquellos niños que reciben una atención menor a 10 horas por semana son considerados de alto riesgo en cuanto a desnutrición.
La familia es el núcleo de la sociedad y para entender qué elementos interfieren en una buena salud integral de los niños debemos tomar en cuenta:
• Edad y sexo
• Calidad y balance en la alimentación
• Cantidad y calidad del cuidado que la familia proporcione
• Características de la familia (escolaridad e ingresos)
• Medio ambiente
Los padres no solo deben recomendar a los niños una alimentación específica, sino dar el ejemplo con el tipo de comida que ellos mismos consumen delante de sus hijos. Los niños aprenden más con sus ojos que con sus oídos.
Un nuevo enemigo: el sobrepeso
La obesidad cada vez resulta más común en México. Los padres deben tener en cuenta si algo está fallando en el funcionamiento de la familia (falta de atención, discusiones frecuentes, divorcio) porque todo lo emocional influye en esta problemática.
Los factores que ponen en un mayor riesgo a los niños de sufrir problemas de mala nutrición, además de los comentados anteriormente, son: vivir en áreas urbanas (más frecuente en niñas), madres con escolaridad alta y niveles socioeconómicos altos.
El desarrollo de mayor adiposidad, que se traducirá en sobrepeso y obesidad, comienza en la etapa escolar y explotará en la adolescencia, siendo más frecuente en mujeres, y se exacerba debido a hábitos sedentarios. Los hombres practican deportes de manera más frecuente que las mujeres y esto impacta en su estado nutricional.
Otro aspecto a tomar en cuenta es que los niños van aumentando el tiempo dedicado las tareas. Un niño de 5-6 años dedica 58 minutos al día. Entre los 7 y los 8, 75 minutos. A los 9 años, ya son 103 minutos por día. Los padres se ven en dificultades para lograr un balance adecuado entre tareas escolares y el fomentar una actividad deportiva.
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Dr. Horacio Reyes Vázquez