El comportamineto autodestructivo
Por Lic.Leila Chait – Carmen Ibañez
Algunos de nuestros actos tienen un sentido oculto, que enmascaran a la vez que desvelan. Es el caso de los comportamientos autodestructivos, que aún proporcionándonos resultados negativos e incluso dañándonos, aumentan la frecuencia e intensidad de los mismos. ¿Quién querría hacer algo que vaya en sentido opuesto al propio beneficio?
Cuando pensamos en sujetos que quieren hacerse daño a sí mismos, rápidamente nos aparece la idea de suicidio, sin embargo, hay miles de otras formas socialmente aprobadas de una apariencia discreta, para dañarse sin llegar a tales extremos, al menos de un modo consciente. Algunas de ellas pueden ser tan sutiles como por ejemplo no seguir las indicaciones médicas, el olvido de insulina en un diabético, relacionarse con gente que hace daño, o también conductas como los trastornos alimentarios, las autolesiones, algunas formas de accidentes, la promiscuidad sexual sin el debido cuidado, o los deportes extremos cuando se acompañan de irresponsabilidad ó sin el debido profesionalismo (medidas de seguridad adecuadas).
Por ello, muchos autores, las consideran otras formas de suicidio, porque en todas ellas el resultado de un modo u otro es el ataque, la violencia sobre la propia persona.
Un comportamiento autodestructivo es aquel que produce un daño sobre el sujeto que lo realiza, de tal forma que pone en riesgo su salud e incluso su vida.
Podemos distinguir entre conductas autodestructivas directas e indirectas.
En las directas, el objetivo principal es dañarse a sí mismo, la intención del sujeto es acabar con la propia vida. Lo que se busca con éstas, de forma consciente es la muerte, aquí estaría el suicidio.
En las indirectas, el daño a uno mismo se realiza de forma inconsciente, su motivación y finalidad es conseguir un bienestar; ejemplos de estas serían las adicciones, los trastornos de alimentación, etc.
Lo que ambos comportamientos tienen en común es que parten de una persona que experimenta un sufrimiento y que encuentra en esta conducta una forma errónea de eliminarlo, mitigarlo o controlarlo.
Los sujetos que manifiestan conductas autodestructivas indirectas, desconocen las razones que los empujan a comportarse de esta manera. Las causas explicativas de estos actos, al igual que sus consecuencias, permanecen inconscientes.
Por ello, caracteriza al comportamiento autodestructivo indirecto, la realización repetitiva de la conducta, aumentando la frecuencia hasta convertirlo en un hábito, mientras que acrecienta la intensidad. La conducta de riesgo, pone en riesgo la salud física y/o emocional de la persona a largo plazo, a la vez que le produce un placer a corto plazo.
La necesidad del ser humano de poner fin a su sufrimiento, lo lleva a menudo a tomar decisiones y realizar acciones que acaban dañándolo.
Las respuestas que las personas dan para canalizar su malestar, son más a menudo de lo que pensamos, equivocadas y acaban materializándose en comportamientos concretos, que pueden ser nocivos para el propio sujeto que los realiza.
Cabe destacar, que si bien las conductas autodestructivas pueden presentarse en todas las edades, son más frecuentes en adolescentes ó jóvenes, pues caracteriza a esta etapa evolutiva una menor percepción de riesgo y la búsqueda de identidad, yendo a contrasentido del sentido social. Si bien la muerte mediante el suicidio es la forma más extrema de estos comportamientos, no debemos pasar por alto, que otros modos menos directos también son considerados autodestructivos y por ello es tan importante darles el lugar de atención y urgencia que requieren.
Estas conductas, siempre contienen un significado y una función que cumplir, generalmente dependen de un malestar emocional o psíquico y hasta que ese significado no logre ser descifrado, entendido y elaborado, difícilmente la conducta pueda ser abandonada. Por ello, en estos casos es tan importante la ayuda de un profesional adecuado que facilite abrir y desandar el camino que conduce a dicho mal.
Lic. Leila Chait y Carmen Ibañez. T.S.- Madrid