Los Límites

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Estamos en una época caracterizada por el “borramiento de las diferencias”: niños adultizados, adultos adolescentizados, púberes precoces…

El límite ordena, acota, contiene, define, delimita.

Los límites se construyen tempranamente, pero no desde un lugar restrictivo, sino como un mensaje de cuidado, que define la función de crianza, propia del adulto.

El adulto deberá poner muchos “no” que lo preserven y lo protejan para seguir siendo sus referentes de apego seguro, pero al mismo tiempo deberán ofrecer y habilitar espacios y acciones en los que “sí” pueda satisfacer sus deseos. El límite supone lo prohibido, y también lo permitido.

La construcción de la tolerancia a la frustración es un punto clave. Si un niño se mantiene en un estado de omnipotencia, puede exponerse a situaciones peligrosas o puede sentir que nada ni nadie puede contenerlo. Si el adulto acompaña al niño e interpreta adecuadamente hasta dónde él puede, lo alienta a que descubra sus potencialidades para enfrentar situaciones, reparándolas o resolviéndolas desde sus posibilidades y limitaciones, y esto promueve un sentimiento de autonomía. El adulto debe estar presente, como aquél capaz de comprenderlo, contenerlo y amarlo.

Si el adulto no ocupa su lugar, genera en el niño situaciones de alto riesgo psíquico. Es necesaria la asimetría niño-adulto.

Es la coherencia entre el decir y el hacer del adulto (y de los adultos entre sí) la que ordena y tranquiliza al niño, porque le garantiza y anticipa cuál será su accionar.

 

Hay que prepararlos para la vida, y esto incluye sufrimiento, frustración y obstáculos. El “no” se les hará presente de la mano del docente, del jefe, del compañero de escuela o de trabajo. Recibirán ordenes, no siempre serán felicitados, no podrán revertir la situación con un capricho, siempre aparecerá el conflicto, el malestar y los impedimentos en los proyectos. El principio básico es enseñarles que no son el centro del universo, que los otros existen y que nadie puede satisfacer todos los deseos.

Asegurado el amor, habrá que enfrentarlos con el “no”, con la falta, con el “no todo se puede” y así podrán situarse en la vida como sujetos deseantes, protagonistas activos de su propia historia.

El “no” es soportado para el adulto cuando entiende que se le dice porque se lo quiere al niño, se lo protege y se intenta dar lo mejor.

Los límites:

Deben ser puestos sin enojo. No es una lucha de poder dominante/dominado, sino que se trata de un padre que conduce.

El ejemplo  de los adultos (el hacer) es más efectivo que las palabras.

Deben ser firmes, coherentes, en lo posible conjugados en plural (en nombre de ambos padres), evitando los dobles mensajes.

No excederse en las explicaciones. Si el límite es demasiado hablado, la palabra pierde eficacia.

Evitar las amenazas. No es bueno obedecer por miedo. Pueden rebelarse más o volverse más desafiantes.

 

Fuente: Lic. Luciana Dos Santos, Lic Rocio Citate.

Mi pediatra

2 Responses to Los Límites

  1. Daniela dice:

    Gracias por dar tan claras indicaciones y tips ante los limites. Mi hija tiene 3 y esta en plena edad de desafiarnos.Los pondremos en practica. Mi mama siempre me dijo los limites tambien son cariño

  2. Gloria dice:

    Así es Daniela , los límites son positivos y ayudan a tu hija , no los veas como algo malo al contrario , todos los niños se tranquilizan con el límite , les hace bien .
    Abrazo querida Daniela

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