La Salud de los jóvenes en Centros de Reclusión

Por Dr. Joaquín Callabed

Una realidad actual es que miles de jóvenes están en régimen de reclusión ya sea cerrada o bien en régimen abierto. Ellos padecen importantes problemas de salud y entre el 23% y el 50% tienen necesidad de cuidados físicos o mentales.

Si nos separamos de la razón, las pasiones avanzan por si mismas; la debilidad se complace en sí, e insensiblemente nos adentramos en alta mar , donde ya no hay lugar para soltar el ancla.
Cicerón (sobre la pasión)

Se plantea la cuestión de cómo atenderles adecuadamente y como prepararles para su reintegración en la sociedad.
Coincidí recientemente en París con un grupo canadiense francófono de Pediatría Social que ha reflexionado profundamente sobre este tema y han publicado sobre la salud de los jóvenes recluidos.
Las enfermedades más frecuentes en este grupo de población son: lesiones de la piel, infecciones de vías respiratorias superiores, infecciones de transmisión sexual, necesidades de contracepción, embarazos, problemas de salud mental a veces relacionados con la depresión y suicidio, violencia, abuso de drogas, alcohol, trastornos dentarios, endocrinos y de vías urinarias. Encuestas recientes nos indican que precisan más cuidados que la población general que acude normalmente a sus lugares de trabajo.

Los responsables de los Centros de Reclusión deben velar por el bienestar físico y mental de los jóvenes y contribuir a la readaptación global. Es todo un reto para responsables públicos y Asociaciones que protegen a los jóvenes, Derechos Humanos etc.
La estructura sanitaria ideal sería dotar al Centro de un responsable de salud que hiciera de coordinador. Los programas de salud deberían dotarse de políticas y modos de explotación establecidos con claridad para todo lo referente a la salud física y mental de los jóvenes recluidos.
En la mayoría de establecimientos estas políticas y su modo de desarrollarse deberían estar determinadas por un Comité Consultivo, que debería estar compuesto por personas capaces de abordar los problemas ligados a la Administración, a los cuidados biológicos y psicológicos a las necesidades pedagógicas, psicológicas y a la defensa de los intereses de los jóvenes recluidos. El Comité debería constituirse por un médico, un psicólogo o un psiquiatra, un dentista y un administrador del establecimiento. El médico puede ser un pediatra, un médico de familia o un internista con experiencia en adolescentes.

En caso de estancias de corta duración sería necesario proceder a un examen de los jóvenes durante las primeras 72 horas. Es preciso detectar enfermedades agudas, traumatismos, enfermedades contagiosas, para proceder a su tratamiento y proteger a los que permanecen recluidos. Después de la historia clínica con los antecedentes médicos y psiquiátricos, el joven debe responder a un cuestionario sobre su salud mental estableciendo los riesgos que padece el mismo y para otros. Atención especial merecen los síndromes de abstinencia provocados por opiáceos, barbitúricos y benzodiacepinas y alcohol. Precisan un tratamiento adecuado con supervisión médica.

En caso de estancias de larga duración, es preciso una evaluación de salud individual.

- Historia clínica y examen físico que deben constar en la historia clínica.

- Antecedentes de salud mental y física de la familia.

- Exploraciones complementarias, que deben realizarse y constar en la historia clínica.

- Un plan para alcanzar los objetivos de salud a corto y largo término, con el fin de que tras su libertad pueda ser continuado. Este plan debe ser comunicado al joven y a los miembros de la familia si el joven lo consiente.

- El joven debe participar en el plan de salud y las cuestiones relativas al consentimiento y la confidencialidad deben ser respetadas.

Debe existir permanentemente un servicio de urgencias de 24 horas todos los días y claramente comprendido por todo el personal. Este plan debe prever las urgencias médicas, de comportamientos anormales y psiquiátricos. Un manual de atenciones y una lista de recursos de urgencias médicas, psiquiátricas y de intervención en caso de crisis, servicios de policía y de trabajadores sociales debe estar colgada en cada establecimiento. Una persona con experiencia en primeros cuidados y reanimación cardio-pulmonar y experiencia en comportamientos violentos debe estar presente continuamente en estos establecimientos. Cada empleado debe conocer el programa de salud y las personas responsables de cada uno de los cuidados.

Una vez terminadas las primeras evaluaciones, los establecimientos para recluidos deberían asegurarse de instaurar medidas con el fin de garantizar cuidados y evaluar continuamente resultados.

-Una historia completa y confidencial comprendiendo los síntomas psiquiátricos, comportamiento sexual, abuso de drogas y alcohol y antecedentes de maltrato o violencia sexual deberían ser incluidos en la evaluación del joven.

- Un examen dental, médico y genital, debería llevarse a cabo tras el consentimiento del joven.

- Una exploración auditiva, visual y pruebas de laboratorio deben estar previstos.

- El calendario vacunal debería estar puesto al día.

- La evaluación de la capacidad cognitiva y de alteraciones de aprendizaje deben tenerse muy presentes.

- Todos los jóvenes deben recibir los consejos de prevención pertinentes

- Educación para una alimentación sana

- Explicación sobre efectos de comportamientos sexuales de alto riesgo (hepatitis, embarazos no deseados, VIH y otras enfermedades de transmisión sexual)

- Consejos terapéuticos repetidos sobre contracepción y prácticas sexuales seguras, a todos los jóvenes sin juzgar su orientación sexual ni sus prácticas sexuales.

El dossier de salud, con los resultados de los exámenes y un plan de salud deben ser explicados al joven, debería entregarse a la familia y el personal de salud, en el momento de la liberación.

El joven recluido debe tener condiciones de vida favorables a su salud física y afectiva. Es necesaria una atención especial a:

- zonas de fumadores
- promoción de campañas de deshabituación al tabaco.
- lugares que favorezcan las practicas de vida activa.
- un establecimiento médico, respetando el derecho a la privacidad de los pacientes-reclusos.
- servicios de nutrición que favorezcan una alimentación sana a los jóvenes.
- educación para la salud, con atención especial a las jóvenes embarazadas y jóvenes activos sexualmente o abusando de drogas o alcohol.
- Un entorno seguro que proteja al joven y le proteja de los demás.

En síntesis podemos afirmar que la población reclusa de jóvenes es numerosa y pueden sufrir trastornos de salud muy importantes . Un cuidado atento de su salud puede ser una inversión para el joven y la colectividad. Podría mejorar su salud general, su autoestima estima y su perspectiva de vida, para vivir nuevamente en la sociedad.

Tomas Moro decía que los utopienses cuidaban a sus enfermos con gran afecto, buscando devolverles la salud, confortando a los afectados de enfermedades incurables, acompañándolos, hablando con ellos.

CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO
Joaquín Callabed
Doctor en Pediatría
Director del Club de Pediatría Social

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