Avatar: ¿Del azul chillón al estado celestial?

Por  Lic. Leila Chait – Lic. Clara Fernandez

Según la Real Academia Española Avatar es: una fase, cambio o vicisitud; también significa reencarnación ó transformación. Para la religión hindú, el avatar es una encarnación terrestre de alguna deidad.  No casualmente, la nueva sustancia psicotrópica que en estas últimas semanas apareció en el mercado, en forma de pastilla color azul, con el sello de los diferentes personajes de la película de James Cameron, se llama de la misma manera.

Pero ¿qué es la Pastilla Avatar?
El Avatar es una versión de las drogas conocidas como sintéticas. Como ya se explicó en artículos anteriores, estas mezclas químicas se fabrican en laboratorios clandestinos, ya que se elaboran utilizando productos que fueron prohibidos por los efectos secundarios que provocaba su ingesta (como los estimulantes o alucinógenos) Entre las más conocidas podemos encontrar: el Éxtasis, MDA, MDEA y LSD entre otros.
Al igual que la película que da nombre a esta nueva droga, sus consumidores hacen las veces del protagonista parapléjico que, gracias a un invento tecnológico (un proyecto/ una máquina que transporta la mente de los científicos a unos cuerpos artificiales llamados na´vi) es capaz de trasladarse a una realidad virtual totalmente fantástica y mágica. En ella, todo permanece alterado: el cuerpo, su color, sus capacidades, etc.
En el momento en que se regresa a la vida humana o la realidad todos estos efectos, habilidades, dejan de ser posibles. Ya no es fácil saltar, ni correr a esas velocidades, tampoco volar sobre grandes pájaros ni muchas otras cosas.

¿Aparece entonces el desencanto de ser de carne y hueso, sin más? ¿Qué efecto intenta conseguir un joven que ingiere una de estas pastillas azules chillonas con la cara de un na´vi impresa?
Cuando se consumen drogas se tienen expectativas de obtener determinadas sensaciones.
Se pretende conseguir placer, modificar el mundo interior, la manera de ser y alcanzar un estado de ánimo diferente.
Nada atrapa y seduce más que aquello de lo que se espera mucho.

En el momento del consumo, la sustancia nos promete: la transformación de lo que uno es en ese momento, por una persona que soy yo pero mejorada. Cae el ser de la realidad, de la historia, de las carencias, las limitaciones, las inseguridades, y emerge el ser Azul, el de la fantasía; completo, colmado, acabado.
Nada falta, o mejor dicho todo está en ausencia : el malestar que pueda sentir, la dificultad para relacionarse con los otros, la necesidad de ser reconocido, y muchas otras.

En la percepción alterada por el consumo, la persona se encuentra con el placer de que todo está cumplido, alcanzando. Un estado personal donde nada falta.
Y al igual que el protagonista de Avatar: ¿Quién no quiere regresar una y otra vez allí donde ante la imposibilidad de caminar, uno puede correr? ¿Dónde las cosas inverosímiles pueden hacerse realidad? ¿Dónde los deseos quiméricos aparecen cumplidos? ¿Dónde el amor incondicional, no entiende de discordias?
Jake Sully, el marine, encargado de saber cómo son y cómo viven los na´vi, termina quedándose allí, con ellos, eligiendo ser azul.

¿Y no será eso mismo lo que pasa cuando uno no puede sostener sus propias limitaciones, arriesgar la fantasía de que el amor es incondicional y que la felicidad es la ausencia de dudas, errores, temores?
¿No será que esa necesidad de estar lleno, perfecto, acabado, frustra toda posibilidad de vida, de recorrido hacia alguna parte, de construcción de lo que uno es?

CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO

Lic. Chait Psicóloga – Lic Fernandez : Pedagoga

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