Niños: peatones en riesgo
¿Por qué los niños son peatones en riesgo?
Los niños son peatones en riesgo porque son más vulnerables a los choques y porque tienen limitaciones físicas y psicológicas que se van superando a medida que el niño crece. Se considera que los niños aprenden, recuerdan y ejecutan con eficiencia las reglas de seguridad peatonal entre los 7 y 9 años, pero esto se logra gradualmente con el acompañamiento de padres y docentes.
Los niños menores de esa edad deben circular acompañados. Los menores de 4 años deben ser llevados de la mano.
Recordemos que los niños:
No comprenden el lenguaje ni la simbología vial.
Les cuesta distinguir derecha de izquierda,
No son capaces de prestar atención a los múltiples estímulos del tránsito: cruzar por las líneas demarcadas, mirar el semáforo como corresponde, calcular la velocidad, escuchar e interpretar los ruidos del tránsito, y calcular con qué velocidad cruzar la calle,
Tienden al pensamiento mágico: no tienen idea del peligro y de la muerte y suelen imitar a superhéroes de ficción.
Son ágiles, inquietos, rápidos, y muchas veces se mueven en forma impredecible (por ejemplo, van en busca de la pelota que se fue a la calle).
Recomendaciones:
Educar con el ejemplo: los niños tienden a imitar a los adultos.
Una sola persona puede proteger eficientemente a dos niños pequeños. Sin embargo, el llevar un bebé en brazos disminuye la posibilidad de vigilancia y contención de otros eventuales acompañantes que no tengan noción de peligro.
Cuando no se pueda caminar por la vereda por reparaciones, obras en construcción y vehículos mal estacionados no debe dudarse en retroceder a la esquina y cruzar la senda peatonal, utilizando la vereda opuesta.
En relación a la salida de vehículos, la mayoría de los edificios y playas de estacionamiento tienen señales luminosas y sonoras. La problemática se da en los garajes de casas particulares que carecen de las mismas, por ello se debe estar sumamente atento a esta circunstancia.
El cruce de las calles debe hacerse por las sendas peatonales marcadas en el pavimento. Si existieran semáforos debe atenderse a sus indicaciones y si un lugar tiene pasarelas no debe dudarse en utilizarlas. Este cruce de calles con un bebé en brazos o en un cochecito, y otro niño tomado de la mano, exige la concentración de un adulto y aptitud física para una emergencia, no siendo tarea para un anciano o un adolescente. Tampoco debe bajarse el cochecito a la calle hasta no tener habilitado el paso.
En zonas rurales o semirrurales nos vemos obligados a caminar sobre el pavimento debido a la falta de veredas. Si no existe otra posibilidad debe hacerse siempre en el sentido contrario al tránsito y de día, lo que permitirá ver con anticipación cualquier vehículo. Cuando un vehículo se aproxima, los adultos deben colocarse con los niños en la banquina, aunque tenga barro o agua, lo más lejos posible del borde de la ruta.
El uso de auriculares para caminar o correr disminuye la percepción de cualquier señal sonora y contribuye a la desconcentración. Su uso debe limitarse a parques, plazas o clubes.
Sociedad Argentina de Pediatría