Sobre abuelas y nietos, una nueva mirada sobre un viejo tema
Abuelitud: es una fase evolutiva en la vida del ser humano. Momento de gran conmoción y cambio pero también una oportunidad renovada para el crecimiento y desarrollo.
Es habitual escuchar en nuestras conversaciones hablar de mujeres maternales y aún de niñas maternales. Pero, ¿qué queremos decir con eso? Hay mucha diversidad incluida en el modo de ejercer la femineidad en nuestros días; madre no es un término de simple y fácil definición. Pero lo mismo podríamos decir de abuela. ¿Qué y cómo es ser abuela en el mundo contemporáneo en el que las abuelas conservan una vitalidad, dinamismo y aún independencia no soñada por las abuelas de dos generaciones atrás? ¿Cuál es el rol de la abuela frente a las nuevas configuraciones de vínculos familiares en los que los padres comparten la crianza de los hijos – en ocasiones – como verdaderos pares?
Hay tantos tipos de abuelas y formas de serlo como formas hay de ser madres, pero aún a riesgo de simplificar demasiado las cosas, vamos a intentar describir tres tipos de abuelas, teniendo en cuenta el vínculo interno que estas mujeres establecen con su abuelitud. No son clasificaciones, simplemente descripciones de características que pueden combinarse o aparecer en distintos momentos evolutivos en relación con distintos nietos.
- Abuela maternal: los nietos parecen ser los menores de sus hijos. Es como si se hubiera tomado una más o menso larga licencia de maternidad para volver a empezar. Descree del crecimiento de sus propios hijos, todo “parece que fue ayer” y hoy los sigue viendo en su maternidad como jugando a las muñecas. Así como una mujer hermosa y narcisista vive enamorada de su pasado juvenil perdido, esta abuela vive enamorada de la idealizada maternidad perdida, época en que se sentía imprescindible. Así como antes esperaba que los hijos realizaran lo que ella no había podido ser, ahora querría que los nietos realicen lo que los hijos le negaron. Pero lo que está en juego no son expectativas ambiciosas, sino que espera llenar sus necesidades y vacíos emocionales. Mantiene características maternales de ternura, espíritu de sacrificio y actividad solícita, pero si es muy activa, puede ser sentida como una interferencia por la joven madre. Claro que como los vínculos son de al dos, muchas veces son la hijas quienes por su propia inmadurez, estimulan y demandan las características maternales de las abuelas.
- Abuela infantil : Esta mujer abuela no parece haber tenido experiencias propias, como si todo lo referente a la maternidad fuera nuevo y visto a través de los ojos de la hija idealizada. Es la abuela ansiosa que necesita ser calmada en vez de ofrecer un continente a las ansiedades de la mamá y el bebé. Se identifica con su hija y es a través de ella que vive su maternidad. A veces una abuela tiene que ser una asistente de la mamá y se repite lo ocurrido en algún momento de su historia infantil, cuando como hija mayor debía colaborar con la madre en el cuidado de los hermanos menores. Al ser abuela, vuelve a ser la tercera en un triángulo amoroso: es como si fuera una mujer que ve volver a su amante a los brazos de su legítima esposa. Se dan situaciones de rivalidad inconscientes y siendo la abuela, desearía ser ella la mamá, así como cuando tuvo hermanitos hubiera querido ser ella la mamá de los bebés.
- Abuela madura: no quiere continuar, repetir ni ocupar el lugar de la mamá joven. Se siente más libre en todas sus relaciones y aprecia la posibilidad que tiene para disfrutar de la vida. No trata de alcanzar lo inaccesible pero sí es activa para alcanzar lo que sí puede tener. Quizás porque está más libre de las ambivalencias humanas, los chicos las quieren de un modo no ambivalente. Transmite las tradiciones pero también se interesa por los cambios en la cultura y en las identidades. Representa sólo un peligro para los esfuerzos pedagógicos de los padres: malcría al chico, no para competir o desautorizar a los padres sino porque cierta sabiduría la lleva a ser más benevolente y a evitar dolores innecesarios.
Cuando ninguna de estas situaciones sucede, a veces nos encontramos con abuelas que no quieren ser molestadas por sus nietos o que por el contrario, envidiosamente, los quieren todos para sí. Son personas con humores muy depresivos y pesimistas, que ven a la juventud con malos ojos, desconfiadas y avaras, con miedo a la pobreza como consecuencia quizás de su pobreza emocional; tienen una imposibilidad de gozar y por lo tanto de tolerar el goce de los jóvenes.
Para terminar, quizás la imagen más hermosa que el arte ha dedicado a la imagen de la abuela sea el cuadro de Leonardo de Santa Ana conteniendo en un abrazo a María y su hijo, no ocupando el centro de la escena, pero con una presencia serena que da la sensación de un sostén amoroso. Y si no, simplemente mirando alrededor, la vida nos ofrece a cada instante cuadros de un mismo valor estético, cuando vemos a una abuela que ha logrado calmar al bebé que llora en sus brazos.
¿QUÉ SON LOS ABUELOS APRA LOS NIETOS? Algunas pinceladas
El significado que los abuelos tienen para los nietos varía en distintos momentos de la vida. Veamos si podemos describir algo de lo que ocurre, nuevamente por medio de una generalización que seguramente tiene infinitas variantes.
- ¿Qué representan los abuelos para los bebés? El valor de los abuelos para los bebés es tanto indirecto como directo. En el primer caso, así como el bebé necesita de la contención de la madre cuando está asustado, una mamá novel necesita de la confianza que su madre pueda darle en cuanto a que ella va a poder con la maternidad. Esta es una confianza que quizás sólo las madres pueda dar, ya que equivale casi a un permiso para poder ser madre sin sentir que está usurpando un lugar que no le corresponde. Por otra parte, y ya de un modo más directo, como el bebé siente a la madre como fuente de todo lo bueno y gratificante, así también es la culpable de todos sus infortunios. Los brazos de la abuela que calman y sostienen pueden ser la alternativa cariñosa en un momento de tormenta emocional en la relación mamá-bebé, ayudando a que ambos puedan reponerse.
- ¿Qué pasa en el jardín? Todos nos habremos sorprendido alguna vez por las preocupaciones que expresan los niños de esta edad con relación al origen de la vida y a la muerte. Necesitan de su omnipotencia porque en realidad se sienten indefensos y necesitados. Cuando empiezan a caminar, concreta y metafóricamente, miran hacia atrás para poder seguir avanzando Si detrás de sus padres ven a los padres de sus padres, si tienen esa suerte, pueden seguir adelante con la sensación de que también los adultos tienen quien les cubra las espaldas.
- ¿Y en el colegio primario? El niño se enfrenta con todo lo que no sabe y tiene que aprender. Creen que los padres lo saben y lo han sabido todo siempre y los sienten inalcanzables. A veces los padres avalan esta fantasía con exigencias. Entonces los abuelos, que guardan dentro de sí al recuerdo del chico que el papá o la mamá fueron, recuerdan que alguna vez ellos tampoco supieron ni pudieron pero que con ayuda pudieron aprender a no saberlo todo.
- ¿Y en la adolecencia? En ese difícil momento de afirmación de la propia identidad que promueve una rebeldía que aleja al adolescente de los valores de los padres, los abuelos son el registro de los orígenes a los que es más fácil acercarse.
¿Y LOS NIETOS PARA LOS ABUELOS?
Parece un exceso preguntarlo. Todos necesitamos de alguien que piense en nosotros, tener un espacio en la mente de otro que nos albergue… y esto se une a la idea de trascendencia e inmortalidad. Los nietos serán los que nos recuerden mucho después de que ya nos estemos. Por eso es tan importante la presencia, los momentos que vivimos con ellos pero también las anécdotas que contamos, que son un modo de transmisión de la historia pero también un modo de pasar la historia..
Dra. Clara Nemas