Sin pareja y sin hijos: la elección de una vida solitaria

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Hoy en día es más frecuente ver que una persona decide irse a vivir solas y más aún, elije estar sin compromisos de pareja ni hijos. Existen diversas causas para ello, como la posibilidad de improvisar planes sobre la marcha o de tener mayor intimidad, o quizás realizar un camino y aprendizaje interno.

 

¿Está mal visto elegir una vida solitaria? Antes que nada tendremos que desmitificar la palabra soledad. Tengamos en cuenta que hay que quitarle las connotaciones negativas que puede tener; estar en soledad no es estar apartado del mundo, de las personas, ser ermitaño, no tener relaciones afectivas. Tampoco es necesario relacionarla con algo depresivo, sino que habría que comprender que elegir la soledad puede ser también un camino, una elección y una alternativa para el encuentro con uno mismo, el contacto con esa parte nuestra que no logramos contactar o el desarrollo de aspectos personales que queremos mejorar.

 

Siguiendo con esta idea, sugerimos hablar de “cohabitar” como contrapartida a “vivir solos”, porque creemos que es la mejor forma de diferenciar un estilo de vida que no está marcado por “la soledad” sino por una propia decisión y una búsqueda.

 

Hay que tener en cuenta que las personas pueden optar por dedicarse a sí mismas, a desarrollarse profesionalmente, a tener viajes de negocios o de placer, incluso quizás a dedicarles horas extras al trabajo, todo esto sin tener que pensar en que, si hacen esto, podrían descuidar sus relaciones afectivas.

 

Digamos que hay una tendencia de las personas a descubrir su propia libertad sin estar atados a compromisos, realizar proyectos o tomar decisiones sin pensar por otros. En este punto, nos surge la idea de la búsqueda del bienestar individual y es ahí, si comprendemos esta noción, que podemos descubrir que soledad como elección, por momentos, puede ser una gran aliada.

 

Está claro que el asunto no es generar una dicotomía: soledad vs. vida de relación, sino marcar la validez de la elección de “vivir solos” en determinados momentos de nuestra vida. Nos referimos también a muchas personas mayores que necesitan y elijen dar este giro, y no sólo a los jóvenes que deciden vivir solos (y aclaramos que solos no es igual a “alejados del mundo” sino “habitándolo” solos).

 Por Damián Cardoso, Asociación Argentina de Counselors

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