Mami, papi, comprámelo…

Por Dra. Josefina Luna

El consumismo envuelve a los niños. Lo importante es el juego, no el juguete.

La manipulación emocional, el chantaje

Con mucha frecuencia los padres nos dejamos llevar por las manipulaciones de nuestros hijos, al demandar la compra de un determinado juguete porque es el que está de moda o la última generación de un video, el más moderno, el más rápido, en suma, el mejor, pero a veces, ese juguete es igual al que tiene, solo que de la generación anterior.
Con relativa frecuencia accedemos a comprar el juguete requerido, a sabiendas que el que tiene aún es útil, ¿y saben por qué? En muchos casos, pues porque nos sentimos culpables de no pasar mucho tiempo con nuestros hijos, porque queremos compensar, nuestras ausencias con objetos, con juguetes, a cambio del tiempo que no pasamos con ellos. Esta auto-culpa, nos hace envolvernos en el consumismo a que nos llevan las campañas publicitarias. En el fondo no estamos tratando de obsequiar un juguete a quien estamos ayudando a crecer: nos estamos reparando el ego, auto corrigiendo una especie de culpa.

Que tenga lo que yo no tuve

Otro gancho para justificar la compra compulsiva, sobre todo de juguetes, es aquel en el cual los padres que han vivido situaciones precarias en su infancia, llenan a sus hijos de juguetes que a veces ni usan, por el solo hecho de que sus hijos posean lo que ellos no pudieron tener de niños. Esta actitud auto- justificadora lleva a cometer un grave error, porque cuando no ponemos límites a los niños respecto de las compras o las adquisiciones, estamos fomentando el consumo en ellos.

Decir no

Es importante preparar a los niños para un futuro en el que tendrán que renunciar a algunas cosas para obtener otras y en el que no se podrá obtener todo lo que quieran.
El no se puede tiene un efecto aleccionador porque da la oportunidad de dialogar sobre la conveniencia, posibilidad o sentido de oportunidad de adquirir un producto determinado. Ese no se puede, tiene una fuerza didáctica que se puede aprovechar positivamente, canalizando una corriente de entendimiento que finalmente fortalece el afecto, el diálogo, el consenso y el autocontrol.

Si siempre complacemos a los niños, proporcionándoles todo lo que pidan, sin valorar la necesidad real por solo hecho de no negarles nada, estamos favoreciendo la forma más efectiva de producir seres humanos con incapacidad de enfrentar las adversidades de la vida. No les estamos dando la oportunidad de que enfrenten la frustración y el manejo de estas situaciones.

Dra. Josefina Luna – medica pediatra_ Republica Dominicana
De su libro: Ni mucho, ni poco

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