El prematuro y sus padres
¿Es inevitable el malestar emocional en la madre del niño nacido en situación de riesgo?
Es inevitable con variaciones de intensidad, pero siempre es un fenómeno que se instala en una zona emocional entre el dolor y la esperanza.
No está conmigo, no se bien qué pasa, todavía no lo vi es la expresión que habla del vacío y el dolor de la madre como consecuencia la separación de lo que estaba destinado a permanecer unido: la mamá y su recién nacido.
Este malestar se origina en que el hijo deseado e imaginado no coincide con el hijo real, especialmente cuando no estaba aun preparada para el parto, la toma por sorpresa y la saca de ese proceso tan particular de ensimismamiento en el que se encuentra la embarazada en el último trimestre. En este caso hablamos de parto traumático por lo inesperado, porque irrumpe en un proyecto de maternidad que tenía otros tiempos.
En los casos de embarazo de riesgo, la mamá se predispone a controles exhaustivos del embarazo, al proceso de asistencia en la maduración de los pulmones del bebé, anticipa la cesárea y puede prever el tiempo de internación que requiera su hijo y establece acuerdos con su familia anticipándose a las condiciones de la internación.
¿Por qué se insiste en que los padres, y especialmente las madres tengan libre acceso a su recién nacido internado en neonatología?
Porque la separación de su hijo recién nacido compone el núcleo de preocupación de la madre que se siente obligada a una adaptación sobre-exigente a las condiciones de internación neonatológica. Siempre está urgida por estar con su hijo: Cuando lo vea me voy a quedar tranquila, si me dejan tocarlo y darle la teta voy a estar mejor, lo único que quiero es dormir hasta que me dejen entrar a verlo, no existo sin él.
La madre también tiene riesgos y requiere intensos cuidados emocionales. Son condiciones que vulneran la sensibilidad materna que tienen que ser contempladas por el personal de los servicios de neonatología.
¿Cuál es la función del personal del servicio de Neonatología frente a esta situación?
Sostén emocional y acompañamiento que no significa realizar solo acciones de tipo educativas con la madre, como si no estuviera en condiciones de ser madre. Responder las preguntas de la madre y promover que confíe en sus decisiones no tiene el mismo efecto reparador que cuando solo dan orientaciones de tipo educativas que desvalorizan sus iniciativas para atender a su hijo.
Es un sostén emocional orientado a fortalecer sus posibilidades de maternizar a su hijo, respetar los tiempos de presencia que alimentan el deseo de la madre de estar con su hijo por el feed-back de ese encuentro en el que además de darle el pecho, lo mira, controla que tenga todo, identifica a quién se parece, y le habla. Ayudarla a que se sienta cómoda a pesar de la escasa privacidad que puede tener frente a todo el personal y los otros padres y madres que se encuentran visitando a sus hijos.
Entonces nos preguntamos ¿qué necesita la madre para poder estar en condiciones emocionales de establecer un buen vínculo con su bebé?
Necesita hacer por su hijo todo lo que ella siente y sabe que tiene que hacer y durante el mayor tiempo posible. Por eso no se trata solo de permitir la visita de las madres al servicio de Neonatología, se trata de permitir y promover que se involucre en las acciones de atención a su hijo.
¿Por qué es importante ocuparse de la madre del prematuro cuando en realidad las dificultades son del recién nacido? ¿Cuáles son los riesgos de no hacerlo?
Es cierto que son dos tipos de atención que requieren profesionales específicos, pero no en todas las instituciones de salud que brindan el servicio de Neonatología, existen a la vez servicio de Salud Mental preparados para esta atención específica de las madres en riesgo emocional. También es cierto que los procesos de asistencia son diferentes: la atención del bebé se caracteriza por la inmediatez en el soporte continuo de su frágil vida; mientras que la atención de la madre tiene un sentido eminentemente preventivo de los riesgos de desapego en el vínculo madre-hijo con consecuencias que no se vislumbran en lo inmediato y que repercuten en el desarrollo futuro del niño.
La separación madre hijo en el inicio de la vida está considerada como uno de los factores etiológicos del maltrato infantil, desde que se realizaron investigaciones (Kennetl y Klaus, 1975) a raíz de situaciones en que niños prematuros que habían estado internados por un lapso prolongado volvían a la consulta, luego del alta neonatológica, con signos de maltrato.
Si la madre tiene este lugar central es porque desde la Psicología sabemos que si este recién nacido, que por ahora es un organismo en riesgo, devendrá sujeto humano y social será gracias a la madre amorosa dispuesta a deponer cualquier interés de su vida individual por una entrega incondicional hacia su bebé.
¿Y el padre?
En primer lugar es el receptor de la información del servicio de neonatología y de llevar esa información a la madre, es el primero en conocerlo y el primero que ensaya las primeras caricias al bebé.
Suele suceder que esa responsabilidad asumida, de constituirse en el portavoz autorizado, hace que se concentre en trasmitir a la madre las normativas de bioseguridad de la sala de internación y se desliga de considerar la sensibilidad de su mujer.
El padre tiene que atender especialmente a su mujer y ayudarla a sobrellevar esta situación…
Si, por supuesto, pero él también está preocupado, intensamente preocupado y su preocupación se manifiesta en acción, actividad, responsabilidad, tareas a cumplir.
Su preocupación por lo que le pasa a su esposa muchas veces lo lleva a evitar darle toda la información; dice una madre en sala de recuperación después del parto: me miente, mi marido me miente, yo le dije, no me mientas porque los médicos ya me informaron.
¿Cuál es la expectativa de la madre acerca de lo que tendría que hacer su marido para ayudarla?
Se espera que la pareja se sostenga mutuamente, y, fundamentalmente, se espera contar con otros apoyos, especialmente de la familia extendida
El protagonismo del padre, asumido y sostenido por la dinámica institucional no es tal para la madre, en muchas ocasiones ella desearía que quien estuviera con ella en ese momento fuera su propia madre, que quien se encargue de traerle información fuera su propia madre y que quien la acompañe a ver a su hijo por primera vez sea su propia madre. La propia madre es insustituible en el momento posterior al nacimiento de su hijo.
¿Qué les pasa a los papás? ¿Cómo lo expresan?
La sensibilidad del padre, en consonancia con la sensibilidad de la madre, tiene algunas dificultades porque a mayor necesidad de expresar el dolor de parte de la madre, menor posibilidad de escuchar de parte del padre, sugiriendo no pensar, no imaginar, negar el dolor, no expresarlo. Parece ser una defensa psicológica ante la imposibilidad que siente por no poder hacer nada para aliviarla.
Y cuando se le ofrece la posibilidad de conversar acerca de su propia preocupación su tema excluyente es lo que le está pasando a su esposa.
La función del padre también está en problemas, entonces…
Si, sin duda, de modos diferentes, pero también la función paterna se ve vulnerada por la internación.
Se posterga la relación de pareja porque el padre siente un intenso malestar por comprobar que la vida sexual está anulada y seguirá anulada durante toda la internación de bebé.
En una instancia de seguimiento, Pablo, papá de Airton, refiere: ¡Ella está todo el día con él, le habla todo el día, lo mira todo el tiempo! hey! ¿Y yo? ¡Acá, contacto por favor! hey ¡Yo soy tu marido!.
Nora Inés Dolagaray
Es Psicopedagoga. Maestría en Salud Materno Infantil.
Acompañamiento psicológico para madres de recién nacidos en riesgo internados en neonatología. noradolagaray@gmail.com