El mindfulness ayuda a reducir el stress

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El estrés es una palabra que no tiene buena prensa hoy en día.  En realidad, el estrés no es la mala palabra, porque el estrés es una respuesta adaptada que da el organismo ante situaciones que evalúa como peligrosas. Esta respuesta conlleva una serie de modificaciones en el organismo que están al servicio de poder enfrentar situaciones que le resultan adversas. El organismo no solo es perfectamente capaz de dar esta respuesta sin que devenga en un trastorno, sino que es una respuesta al servicio de la preservación.  

La mala palabra es el “Distrés”.  Esta respuesta es una desadaptada ya que implica tener activado de manera permanente y alta todo aquello de lo que el organismo dispone para enfrentar las amenazas.  Es una respuesta excesiva e inadecuada que se activa ante estímulos “inocentes” y deja a la persona a la merced de desarrollar síntomas que podrían presentarse de manera aislada o conformar un trastorno en particular.  Las desregulaciones en la ansiedad se refieren justamente a esto.  Los trastornos de ansiedad son: Ataque de pánico (crisis de angustia), Trastorno Obsesivo Compulsivo, Trastorno por Ansiedad Generalizada, Estrés Post Traumático, Agorafobia y Fobias específicas.  Tanto este tipo de trastornos como otras respuestas del organismo ante el distrés producen distintos tipo de síntomas que pueden ir desde dificultades en el sueño, problemas gástricos, respuestas somáticas inadecuadas, trastornos gástricos, entre muchos otros, que si se sostienen en el tiempo son capaces de producir daños  permanentes que afecten la calidad de vida de la persona que los está sufriendo. 

Para poder regular el estrés podríamos empezar por prestar atención a cuáles son aquellas situaciones/temas/personas ante las cuales se suelen activar estas respuestas. Lo adecuado es anticiparnos para no dejarnos llevar por la vorágine de los acontecimientos. Ser consiente (por anticipado) de que éstas son situaciones que nos resultan riesgosas, para acotarlas y evitarlas cuando posible y cuando no es posible, enfrentarlas desde un lugar más saludable.

Hay prácticas que son altamente recomendables para que el organismo “se pare” de otra manera frente a los estresores a los que está sometido.  La meditación es una de ellas y hay pruebas de que con el ejercicio regular y constante de esta práctica, se disminuye la posibilidad de entrar en esa espiral ansiosa que tanto nos puede perjudicar.  Un paso más allá sería la práctica de Mindfulness, técnica que basándose en la meditación, busca no solo que la mente no corra atrás de todas las ideas que se presenten, sino que el acento está puesto en un paso más. Tiene que ver con detenerse en los pequeños detalles, conectarse a través de los sentidos para reforzar el contacto con el aquí y ahora.  Sin juzgar, sin evaluar, sin preconceptos ni reflexiones al respecto. Haciéndolo desde el cuerpo, conectándose con las pequeñas y casi imperceptibles señales que nos da el cuerpo. Estar en el presente más que nunca.  La práctica sostenida de esta técnica posibilita que se pueda experimentar la realidad con menos dramatismo y más perspectiva, pudiendo mirar “más completo” y no ahogarse en los estímulos que estamos sintiendo como avasalladores.  Cómo la mayoría de las cosas, requiere constancia, disciplina y práctica concreta. Pero también toma muy poco tiempo, no implica gastos monetarios y no tiene contraindicaciones.

 Lic. María Gabriela Fernández Ortega (MN 17735)

Instituto Sincronía

 

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