Convulsiones febriles: Mitos y realidades

Por  Dr. Alcibíades Batista González

La fiebre es una respuesta normal y controlada del cuerpo, que consiste en una elevación de la temperatura corporal regulada por el termostato que es el centro de control de la temperatura y que se encuentra en el cerebro, específicamente en el hipotálamo. Esta respuesta normal y controlada, generalmente es desencadenada por nuestro sistema inmunológico para contribuir al control de una infección.
La fiebre es un síntoma y no una enfermedad en sí misma. En los niños y niñas, la gran mayoría de las veces, el evento desencadenante va a ser una infección viral auto limitada, que solamente requiere manejo sintomático. En algunas ocasiones, se presentarán signos de alerta que orientan a pensar en una enfermedad que requiere mayores cuidados.

La fiebre es una respuesta altamente evolucionada y es prácticamente exclusiva de los mamíferos. Los peces y reptiles no poseen estos mecanismos complejos de regulación de la temperatura corporal para defenderse del ataque de gérmenes patógenos; por lo que, cuando requieren aumentar su temperatura corporal para defenderse de alguna infección, deben buscar fuentes externas de calor.

¿Cuándo puede un niño o niña estar expuesto a una convulsión por fiebre?

Para responder a esta pregunta, primero es necesario aclarar que no todos los niños y niñas son susceptibles de presentar convulsiones febriles. En estudios poblacionales se ha encontrado que hay entre un 2% y un 4% de niños que presentan la susceptibilidad para que un episodio febril les provoque una convulsión. Estos niños y niñas van a presentar esa susceptibilidad entre los 6 meses y los 6 años de vida. Es extremadamente infrecuente que se presenten convulsiones febriles más allá de los 6 años de edad y, cuando ocurren, generalmente llevan a pensar que se trata de un trastorno convulsivo (algún tipo de epilepsia) que presentó una crisis asociada a la fiebre, y no una convulsión febril verdadera; por lo que estos niños y niñas van a ser referidos para una evaluación especializada por el Pediatra Neurólogo.

El hecho de que no se observen convulsiones febriles después de los 6 años se debe a que esa edad se ha llegado a un nivel de maduración importante del sistema nervioso central del niño y de la niña. Es decir, son factores que pueden determinar la aparición de una convulsión: la susceptibilidad propia del niño o de la niña (2% – 4% de todos los niños y niñas) aunada a la edad menor de 6 años (por inmadurez del sistema nervioso central). Esos niños y niñas susceptibles a las convulsiones febriles generalmente, aunque no siempre, tienen algún familiar cercano que las tuvo cuando era menores de 6 años (uno de los padres, un hermano, un primo, un tío o tía, por ejemplo).

La gran mayoría de los niños que presentan convulsiones febriles en sus primeros años de vida (que son pocos), van a presentar sólo un (1) episodio. Solamente un 25% de los que presentan un primer episodio de convulsión febril, presentará un segundo episodio. Y de los que presentan 2 episodios, sólo un 25% puede llegar a presentar un tercer episodio. Aquellos niños y niñas que presentan un tercer episodio, o aquellos que presenten uno o dos episodios con características atípicas, a criterio de su Pediatra, van a ser referidos al Pediatra Neurólogo para una evaluación especializada.

Podríamos resumir de la siguiente forma: no hay fiebres que hagan convulsionar a niños o niñas; sino que hay niños y niñas que pueden convulsionar por fiebre (2% a 4% de la población entre 6 meses a 4 años).

¿Cómo puedo evitar que mi niño o niña presente una convulsión febril?

Las convulsiones febriles simples, aunque conllevan mucha ansiedad y preocupación para los padres, no se consideran peligrosas, son benignas en la inmensa mayoría de los casos. Es decir, el niño o la niña se recuperan completamente y, en estudios de seguimiento a largo plazo en pacientes que han tenido convulsión febril, no se ha observado ningún tipo de déficit cognitivo o motor, ni trastornos en la conducta, con frecuencia mayor a la observada en los niños que no las han tenido.

El problema es cómo evitar ese primer episodio: no hay forma de predecir con certeza que niño o niña tiene una susceptibilidad aumentada para presentar convulsiones febriles. Tampoco es posible predecir qué tipo de evento febril puede desencadenar una convulsión. Muchos niños que presentan un primer episodio de convulsión febril con temperatura de 38ºC (fiebre de bajo grado), han tenido con anterioridad, cuadros febriles con niveles de temperatura mucho más altos y no habían convulsionado.

El tratar la fiebre con acetaminofén y/o medios físicos (ducha de agua tibia o frotaciones con agua tibia) puede ayudar a que el niño se sienta mejor y bajar ligeramente la temperatura; pero no asegura evitar que aparezca una convulsión febril. Las convulsiones febriles pueden ocurrir desde momentos antes de que la temperatura corporal suba, como respuesta a señales inmunológicas o de otro tipo, hasta seis (6) horas después de haber cedido la fiebre.

En otras palabras, es muy difícil predecir que niño o niña es susceptible, cual es el episodio de fiebre o el nivel de temperatura que le va a desencadenar una convulsión febril a esos susceptibles y en qué momento se presentará, independientemente de que se haya tratado o no la fiebre.

Esto siempre se les explica a los padres de los niños o niñas que han presentado una convulsión febril, para mitigar el injustificado sentimiento de culpa que genera el pensar: mi hijo o hija convulsionó porque me descuidé. Con lo anteriormente explicado, queda claro que esto no es así. Ahora, si bien la mayoría de los niños y niñas que presentan una convulsión febril sólo va a tener un episodio, se procura orientar y aconsejar a los padres de estos pacientes para que manejen adecuadamente la fiebre en casa y acudan en busca de atención ante cualquier signo de alarma, procurando evitar que se presente un segundo episodio, aunque esto no siempre es posible.

¿Qué señales debemos tener presente para acudir de inmediato a las instalaciones de salud?

Hay 4 señales que los Pediatras consideramos signos de alarma y que, cuando están presentes, los padres deben llevar a su hijo o hija de inmediato a la instalación de salud más cercana, pues podemos estar ante una enfermedad muy grave:
- Que el niño o niña no sea capaz de comer o beber nada.
- Que coma y/o beba, pero vomite todo.
- Que esté muy decaído (a), somnoliento (a) o no responda.
- Que presente una convulsión.

Hay que tener presente que un niño con fiebre que convulsiona, no necesariamente tiene una convulsión febril. La convulsión puede ser la consecuencia de una enfermedad severa, como una meningitis, en cuyo caso sí se puede comprometer el pronóstico funcional y la calidad de vida futura, e incluso la propia vida del niño o la niña; por lo que, en estos casos, es necesaria la evaluación urgente por el pediatra.

Con relación a los cuadros febriles en los que no hay los signos de alarma antes descritos, es necesario acudir a las instalaciones de salud en busca de atención médica, en los siguientes casos:

-Niños o niñas menores de 3 meses de edad.
-Niños o niñas con patologías crónicas (nefropatías, anemia falciforme, cardiopatías congénitas, diabetes mellitus, fibrosis quística, por ejemplo) independientemente de la edad.
-La temperatura es igual o mayor de 40.6° C.
-Tiene entre 3 a 6 meses y la fiebre persiste por más de 48 horas.
-Niños y niñas entre los 6 meses y 5 años que han tenido fiebre por más de 3 días.
-Que tenga fiebre, tos y dificultad para respirar.
-Hay presencia de rash o brote, además de la fiebre.
-Si presenta vómitos persistentes, además de la fiebre.
-Si presenta dolor abdominal intenso y constante, además de la fiebre.
-Si hay sangrado por la nariz, vómitos con sangre u orina con sangre, además de la fiebre.
-La fiebre desapareció por 24 horas o más y luego regresó.
-Usted tiene otras preguntas o preocupaciones.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que comenten los padres de familia?

Con relación a los cuadros febriles, quizás el error más frecuente es preocuparse por la fiebre en sí misma, olvidando que la fiebre solamente es un síntoma que indica que el sistema inmunológico se está defendiendo de algo, generalmente de una infección. La fiebre no produce daño en los niños y niñas previamente sanos. El temor a la fiebre por sí misma o Fiebre-fobia llena innecesariamente de ansiedad a muchos padres y conduce, algunas veces, a peligrosos errores que pueden poner en peligro la vida del niño, como por ejemplo:
- Sobre dosificar con acetaminofén: el acetaminofén administrado a las dosis correctas según el peso del niño o niña, es el medicamento más seguro para tratar los síntomas asociados a la fiebre (el malestar general, dolores musculares, dolor de cabeza) y baja la temperatura entre 1.1 y 1.7º C (entre 1 y 2 horas después de administrado). Sin embargo, los padres o cuidadores, en su afán injustificado de bajar rápidamente la temperatura, ofrecen dosis mayores de acetaminofén, o con mayor frecuencia de la debida. Incluso, administran al mismo tiempo acetaminofén por dos vías distintas (oral y supositorio). Todas estas situaciones pueden llevar a sobredosis e intoxicación con acetaminofén, que de hecho es una de las intoxicaciones que vemos con mayor frecuencia en Pediatría, con la posibilidad de afectar severamente el hígado y poner innecesariamente en riesgo la vida del niño o la niña.
- Administrar, sin prescripción médica, otros medicamentos para la fiebre: los anti-inflamatorios no esteroides (ibuprofén, diclofenaco, naproxeno, entre otros) y la dipirona poseen efectos antipiréticos (bajan la fiebre), con efecto comparable al acetaminofén; sin embargo, no poseen el mismo perfil de seguridad. Pueden producir efectos secundarios nocivos para la salud del niño y, debido a la ansiedad de los padres o cuidadores, también se pueden sobre dosificar. Este tipo de medicamentos debe utilizarse solamente por prescripción y bajo vigilancia del médico.
- Bañar con agua fría o hacer frotaciones con alcohol: el baño o las fricciones generalmente son más efectivas en niños y niñas pequeños (menores de 2 años) y siempre debe administrar una dosis adecuada de acetaminofén al niño o niña, antes de bañarlo o friccionarlo. El agua para el baño o las fricciones debe ser templada (25 a 30° C) y no fría. Nunca friccione con alcohol, ni agregue alcohol al agua de las fricciones o del baño, ya que este se absorbe a través de la piel y es muy tóxico. Como consecuencia de la ansiedad de muchos padres o cuidadores, generada por la falta de conocimientos sobre la fiebre, pueden optar por bañar o friccionar al niño antes de administrar una dosis adecuada de acetaminofén; o deciden utilizar agua fría para el baño o fricción, con la creencia errónea de que así lograrán bajar más rápido la temperatura. Algunos agregan alcohol al agua o frotan directamente con alcohol, práctica esta muy peligrosa.

¿El peligro por las convulsiones febriles es más grave dependiendo de la edad del niño?

Tal como hemos explicado, en el caso de las convulsiones febriles simples, no existe un real peligro. Es un evento aparatoso que genera mucha ansiedad y preocupación en los padres y cuidadores; pero generalmente es de naturaleza benigna. Lo que si hay, como aclaramos anteriormente, es una relación con la edad. Las convulsiones febriles tienden a presentarse en los niños y niñas susceptibles entre los 6 meses y 6 años de edad.

¿Cuáles son los riesgos de una convulsión por fiebre?

Las convulsiones febriles son muy aparatosas al observarlas; pero usualmente ceden en menos de 5 minutos. Generalmente no causan daño permanente. Los estudios han demostrado que los niños y niñas que han presentado convulsiones febriles no tienen un aumento del riesgo para retraso en el desarrollo, trastornos del aprendizaje, o epilepsia.

¿La convulsión por fiebre es más frecuente en niños o en adultos?

Como se explicó anteriormente, las convulsiones febriles tienden a presentarse en los niños y niñas susceptibles entre los 6 meses y 6 años de edad. No existen convulsiones febriles en escolares, adolescentes y adultos. Lo que sí puede ocurrir es que en un escolar, adolescente o adulto que padezca de algún tipo de trastorno epiléptico, la fiebre puede desencadenarle una crisis. Sin embargo, en esos casos no es una convulsión febril, es una crisis de su enfermedad de fondo que se presentó asociada a un evento febril.

¿Qué cuidados se deben tener de acuerdo a cada edad del niño?

En niños con cuadros febriles sin signos de alarma y sin ninguna de las condiciones que se describieron anteriormente como motivos de búsqueda de atención en las instalaciones de salud, solamente se deben tomar algunas medidas generales y vigilar la evolución del niño en casa. Entre las medidas generales tenemos:

- Ofrezca abundantes líquidos, mantenga al niño o niña con ropa fresca y en un ambiente fresco. Estimule a su niña o niño para que tomen más líquidos que de costumbre, pero no le obligue. Abrigar o arropar a la niña o el niño puede ser peligroso; manténgala(o) con ropas ligeras y frescas ya que la mayor parte del calor se pierde a través de la piel.
- Acetaminofén: Es seguro dar acetaminofén en casa, para el control de la fiebre, a niñas y niños mayores de 2 meses de edad. Recuerde que la fiebre le ayuda a su niña o niño a combatir la infección. Use el acetaminofén sólo si la temperatura es igual o mayor de 38.5° C, para aliviar los malestares que acompañan a la fiebre. El acetaminofén no cura la infección, sólo baja la temperatura de 1 a 2° C, entre una y dos horas después de administrado y alivia los malestares. Consulte con su Pediatra para que le aconseje sobre la presentación de acetaminofén que debe tener en casa y la dosis a administrar a su niño o niña, de acuerdo a su peso y su edad. Las presentaciones en supositorios no son mejores que las presentaciones para tomar por vía oral, y se corre el peligro de sobredosificación ya que vienen con concentraciones más altas del medicamento y su absorción suele ser errática. No utilice ningún producto que contenga un fármaco diferente del acetaminofén sin antes consultar con su Pediatra. Nunca utilice aspirina para tratar la fiebre de su niña o niño.
- Medios Físicos: El baño o las fricciones generalmente son más efectivas en niños y niñas pequeños (menores de 2 años). Nunca bañe o friccione a su niño o niña sin antes darle una dosis adecuada de acetaminofén. El agua para el baño o las fricciones debe ser templada (25 a 30° C) y no fría. Nunca friccione con alcohol, ni agregue alcohol al agua de las fricciones o del baño, ya que este se absorbe a través de la piel y es muy tóxico.

¿Cómo debe atenderse el afectado en casa y en el hospital?

Si un niño o niña presenta una convulsión en casa y la misma está asociada o no a un cuadro febril, lo primero que debemos hacer es evitar que vaya a sufrir algún trauma durante el episodio. Debe colocarse sobre una superficie lisa, sin bordes o relieves para evitar golpes. Se protege la cabeza del niño; pero no es necesario restringir el movimiento de las piernas o brazos, siempre que se encuentre sobre una superficie lisa. Debemos solicitar ayuda y el niño o niña debe ser trasladado con prontitud a una instalación de salud.

Si el episodio ocurre en una instalación de salud, se procurará evitar que el niño o niña sufra algún trauma, se protege la cabeza y con un abate lenguas se puede proteger la lengua de mordidas accidentales. Se administra oxígeno y, de haber un monitor, se vigila la frecuencia cardiaca y la saturación de oxígeno de la hemoglobina. El médico administrará una benzodiacepina por vía intravenosa o intrarrectal, para controlar el episodio convulsivo, lo cual ocurre en algunos segundos en respuesta al medicamento. También se utilizará acetaminofén y, en algunos casos, medios físicos para controlar la fiebre. Al estabilizarse el niño o niña, se procede con las exploraciones diagnósticas necesarias para dilucidar el cuadro.

Cuando un niño o niña ya tiene antecedentes de cuadro de convulsión febril previo, se aconseja a los padres y/o cuidadores para que asuman las medidas generales ya descritas en casa, en caso de presentarse un cuadro febril; pero se les orienta para busquen atención oportunamente. Como comentamos anteriormente, en ocasiones no va a ser posible evitar un segundo episodio, aunque afortunadamente, esto es poco frecuente. Cuando un niño o niña ya lleva más de 2 episodios convulsivos asociados a fiebre, generalmente ya va a estar en control con el Pediatra Neurólogo, quien puede indicar en ciertos casos, la administración de diazepam profiláctico por vía oral, cuando se presenten episodios de fiebre, para tratar de prevenir las convulsiones asociadas. Reiteramos que este tipo de paciente debe estar en control con el Pediatra Neurólogo.

¿Qué secuelas se pueden esperar?

Las convulsiones febriles simples se consideran benignas. No dejan secuelas.

¿Qué tan frecuente es que ocurra?

Afortunadamente no son tan frecuentes. En los cuartos de urgencias de Pediatría de hospitales grandes, al ser hospitales de referencia, se observan con una frecuencia relativamente mayor; sin embargo, en realidad no son un evento tan frecuente. Cuando ocurre, generalmente es de naturaleza benigna. Considero que el mensaje más importante a transmitir es: no debe temerse a la fiebre, ya que es un mecanismo de defensa del organismo. Lo que debe investigarse cuando es necesario, es la causa que está produciendo la fiebre.

Dr. Alcibíades Batista González

El autor es médico especialista en Pediatría. Actualmente es el Jefe de la División de Docencia e Investigación en el Hospital Materno Infantil José Domingo De Obaldía, en la ciudad de David, provincia de Chiriquí, República de Panamá. Es profesor de postgrado de los Programas de Maestría en Ciencias Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá y profesor de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chiriquí. Correo electrónico: jefe_docencia@yahoo.es

CONSULTE SIEMPRE A SU PEDIATRA

3 Responses to Convulsiones febriles: Mitos y realidades

  1. Jesus dice:

    Muy buena nota, agrego: La fiebre da sensación de frío por lo que se tiene tendencia a abrigarse. Pero al hacerlo dificultamos la eliminación de calor por la piel con lo que sube la temperatura. Por tanto para hacer bajar la temperatura debemos desnudar al enfermo. No es bueno bajar la temperatura de golpe. La convulsión febril puede ocurrir tanto con una subida como con una bajada brusca de la temperatura. Por ello los métodos para bajarla rápidamente como las duchas de agua fría o los paños de alcohol no son recomendables.

  2. Muchas gracias Jesús, por tu comentario y por tu aporte!

  3. Maricel Molina dice:

    Un niño de 9 años tuvo 3convulsiones febriles.es buen estudiante pero su comportamiento es regular puede tenervios alguna relación. Gracias X respuesta

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