Hipoacusia

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El control de la audición del niño en todas las etapas de su vida es fundamental, sobre todo en los primeros años.

 Los efectos de la disminución o pérdida de la audición de uno o ambos oídos, impactan negativamente en el desarrollo del lenguaje y también en el desarrollo cognoscitivo y social del niño que lo padece.

 Resulta entonces imprescindible la pesquisa y el diagnóstico temprano de modo de iniciar lo más pronto el tratamiento e intervenciones necesarias para alcanzar los mejores logros posibles en el área de la comunicación y social del niño hipoacúsico.

 La prevalencia de hipoacusia de moderada a severa entre recién nacidos es igual a 1-3/1000, lo cual puede duplicarse si se incluye a los recién nacidos con hipoacusia leve.

La hipoacusia puede producirse en cualquier momento de la vida del niño, durante el embarazo, parto, nacimiento o bien a posteriori.

 Entre las causas más frecuentes, en el caso de la hipoacusia moderada o grave, el 50% de la misma es de origen genético.

Algunas hipoacusias genéticas se acompañan de signos que orientan hacia un síndrome determinado. Pero la gran mayoría de las hipoacusias de origen genético no forman parte de un síndrome, por lo cual los niños afectados se presentan en apariencia normal pero con problemas serios en su audición.

Si un padre padece de sordera el niño presenta un riesgo de deterioro de la audición, debiendo ser investigado.

 Otras causas a considerar, más aun por su posibilidad de ser prevenibles, son las enfermedades adquiridas durante el embarazo, entre ellas las infecciones congénitas: rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus, todas pueden producir daños en el oído en desarrollo.

 Los niños con antecedentes de infecciones congénitas deben tener un seguimiento en el tiempo dado que la hipoacusia puede manifestarse tardíamente, un ejemplo es la infección producida por el citomegalovirus.

Los niños en edad preescolar, 3 a 5 años, con antecedentes de trastornos del oído medio, patología muy frecuente a esta edad, debe ser estudiado su estado de audición.


Pérdidas mínimas pueden ser un gran problema al escolarizarse.

La pesquisa de hipoacusia varía de un país a otro, en algunos como EUA y Reino Unido se realiza una evaluación sistemática universal de la audición del recién nacido, incluye a niños con o sin factores de riesgo. En otros países se realiza la pesquisa fundamentalmente si existen factores de riesgo neonatal o antecedentes patológicos relacionados con hipoacusia o antecedentes positivos de hipoacusia familiar.

 


Los factores de riesgo de hipoacusia en el recién nacido son
Una enfermedad que requirió internación por más de 48 hs. en una unidad de cuidados intensivos.

Peso en el recién nacido inferior a 1500 gramos.

Signos físicos de un síndrome asociado a hipoacusia.

Antecedentes familiares de hipoacusia.

Malformaciones en cara, cráneo y/u oído.

Infecciones congénitas: rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus, herpes.

(Referencia: Comité Conjunto de Audición Infantil-2000 ).


Los factores de riesgo asociados con hipoacusia progresiva o de inicio tardío son
Preocupación de los padres o cuidador por la audición, el habla, el lenguaje o el retraso madurativo del niño.

Presencia de signos físicos de un síndrome genético asociado a hipoacusia.

Antecedentes de infección congénita: citomegalovirus, herpes, toxoplasmosis, rubéola, sífilis.
Infecciones bacterianas adquiridas: meningitis, mastoiditis, o infecciones virales como parotiditis (paperas).

Factores de riesgo neonatal: hiperbilirrubinemia que requirió exanguineotransfusión. Asistencia respiratoria mecánica prolongada.

Síndromes asociados con hipoacusia progresiva: neurofibromatosis, síndrome de Usher.

Trastornos neurodegenerativos, por ejemplo síndrome de Hunter o neuropatía motosensitiva
(ataxia de Friedich, enfermedad de Charcot – Marie – Tooth )

Traumatismo de cráneo.

Otitis media con derrame recurrente o persistente durante al menos 3 meses.
(Referencia: Comité conjunto de audición infantil-2000 ).


El deterioro auditivo y sus consecuencias negativas dependen de la causa, del grado de pérdida, momento en que ocurre y muy importante de cuán rápido se detecte, diagnostique y se trate.

El período crítico para el desarrollo del sistema auditivo y del habla comienza a los seis meses y continúa hasta los dos años de edad.
La hipoacusia de moderada a grave durante el primer año de vida afecta tanto la adquisición del habla y lenguaje como el desarrollo intelectual y social.

Siempre haremos hincapié en la importancia del control periódico del niño desde su nacimiento hasta completar su adolescencia.
El control de salud permite al médico de cabecera detectar problemas tempranos en todas las áreas del desarrollo del niño.
Ustedes, los papás deben estar atentos a todos los cambios que sus hijos manifiesten, y consultarlo siempre con su médico de cabecera.


A continuación se detallan unas referencias sobre el comportamiento auditivo del niño pequeño
0-4 meses
– alerta ante ruidos fuertes
- se tranquiliza con la voz de su madre
- cesa su actividad simultáneamente cuando se le presenta un sonido de tipo de conversación.

5-6 meses
– localiza el sonido presentado en un plano horizontal.
- Imita sonidos con su propio repertorio o vocaliza en forma simultánea con un adulto.

7-12 meses
– localiza correctamente el sonido presentado en cualquier plano
- responde a su nombre.

13-15 meses
– señala hacia un ruido inesperado o hacia objetos o personas conocidas cuando se le indica

16-18 meses
- debe seguir órdenes sencillas.

19-24 meses
– señala partes de su cuerpo.

Las consecuencias del deterioro auditivo son máximas en el niño que no ha desarrollado aun el lenguaje, por lo tanto es muy importante el diagnóstico y tratamiento temprano.

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Fuentes
– Evaluación auditiva – Sokol Hyde . Pediatrics in review, en español – volumen 23 n|° 8 pagina 283-289 . octubre 2002.
- Diagnostico de hipoacusia. Dr. Sibbald – PRONAP -1996 . página 37-50

 

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