Emociones… ¿negativas o simplemente desagradables?
Los seres humanos nacemos equipados para desplegar un abanico muy amplio de emociones que se van desarrollando a lo largo de nuestra existencia. Es la forma que tiene nuestro cuerpo de trasmitirnos un mensaje y organizar nuestras acciones. Cada emoción pone en marcha un complejo conjunto de cambios en la motivación, la fisiología, la atención, la percepción, las creencias y los comportamientos.
Muchas veces escuchamos hablar de emociones “negativas¨ o ¨positivas¨, lo que nos llevaría a pensar que hay algunas de ellas de las que quisiéramos deshacernos por ser nocivas o llevarnos a un desajuste social. Estas emociones ¨negativas¨ nos llevan a regañarnos a nosotros mismos cuando las sentimos, o a reprimirlas, pero muchos estudios actuales demuestran que esto no es lo apropiado. Todas las emociones traen aparejadas una ventaja adaptativa. Incluso las mal llamadas ¨negativas¨ pueden ser entendidas también como señales que nos pueden llevar a que cambiemos lo que estamos haciendo y ¡hasta son necesarias para resolver, cambiar y adaptarse.
Todd Kashdan and Robert Biswas-Diener, en su libro ¨the power of negative emotion¨ plantean que acumular emociones que nos hagan sentir bien, evitando de ese modo las displacenteras, no es la mejor estrategia para vivir bien. Por el contrario, el poder conocer toda nuestra paleta emocional e integrar todos nuestros aspectos en nuestra conducta, nos haría sentir más felices y genuinos con nosotros mismos y el entorno.
La importancia del reconocimiento y la regulación emocional
Toda emoción desregulada puede traer consecuencias desadaptativas y disfunciones. Por ejemplo, el sentirnos orgullosos de nosotros mismos por un logro es algo altamente positivo, pero si no actuamos de manera empática frente al otro, puede ser vista como soberbia. Así mismo, una alegría exagerada en una situación donde el otro se encuentre apenado, puede ser mal vista por el otro ya que denotaría poca lectura empática de la situación.
De ello se desprende la importancia de poder regular cada una de nuestras emociones, y no bloquearlas, ya que es en esa regulación donde podremos encontrar qué es lo que esa emoción me está informando y para qué me puede servir y ayudar. El problema es que mucha gente confunde estas emociones ¨negativas¨ con sus desregulaciones, y como dicen Kashdan y Biswas ¨el enojo no es la ira, el miedo no es el pánico y la culpa no es el remordimiento¨.
1. ENOJO: Aparece ante una frustración, cuando creemos que hemos sido tratados injustamente, o nos sentimos subvalorados. La mayor función de esta emoción es el poder poner un límite frente al otro, de modo que puede servir como una señal para los demás de que se tiene fuerza y resolución. Con respecto a uno mismo, el poder poner límite permite reafirmar su propio lugar, aceptar sus limitaciones y hasta cuidarse a uno mismo. Los estudios científicos concluyen que el enojo puede potenciar el coraje, incrementar el optimismo, la creatividad y ayudar a hacer mejores negociaciones ya que nos pone en un posición mucho más activa y permite a los involucrados explorar nuevas posibilidades.
2. MIEDO: La función del miedo es la de ponernos en alerta frente al peligro.Cuando el miedo se activa, la percepción, la visión y la capacidad de resolución de problemas se agudiza. El cuerpo se prepara para actuar rápido frente a esa situación peligrosa o incómoda. Es decir, que te ayuda a descubrir rápidamente qué hacer frente al peligro.
3. TRISTEZA: Aparece en momentos de pérdida y fracasos, y es una emoción que convoca al otro en búsqueda de soporte y asistencia. Muchas veces, nos puede llevar a un estado de ensimismamiento, que hace que nuestro pensamiento sea más racional, más concreto y nos lleva a hacer una evaluación donde se presta más atención a los detalles de nuestro medio y de nosotros mismos. De este modo, nos permitimos estar atentos y evaluar si necesitamos algún cambio en nuestra vida.
4. ENVIDIA: Reconocer la envidia suele ser muy difícil, ya que muchas veces se la liga con una cualidad destructiva donde se puede creer que el otro no se merece lo obtenido. Pero no siempre es así, hay varias personas que dicen ¨te tengo envidia, pero de la sana¨. Este reconocimiento y capacidad de regulación de la envidia es la que nos puede llevar a admirar al otro, y de ese modo, despertar el deseo y la motivación propia para lograr esa fortaleza en uno mismo; ¨si el otro lo puede hacer, entonces yo también¨. Puede ser también fuente de creatividad, ya que luego de evaluar nuestras cualidades y posibilidades armaremos un plan real para lograr aquello que más se ajuste a nuestro perfil.
5. CULPA: Sentir culpa es la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos que algo hicimos fuera de las reglas pautadas. Es una emoción que nos produce mucha incomodidad, pero significa que nuestro registro moral y social está funcionando. La culpa nos lleva por un camino ético, donde evitaremos situaciones que creemos incorrectas. Es también las que nos movilizará a buscar una solución si hemos causado algún daño. Por lo tanto, podemos decir que la función de la culpa sería el poder remediar una situación de la que nos arrepentimos y de esta forma mejorar nuestro comportamiento.
Poder cambiar el enfoque y dejar de ver a estas emociones como enemigas para que pasen a ser aliadas, depende de nosotros mismos. El trabajo a realizar es reconocerlas y aceptarlas, lo que es diferente a bloquearlas o inhibirlas.
Reconocemos que muchas de ellas nos pueden hacer sentir incómodas, pero justamente el primer paso para poder autorregularlas tiene que ver con poder reconocerlas y aceptarlas en nosotros mismos. Educarnos en la autoobservación y registro de la amplia gama de emociones es lo que luego nos permitirá regular a cada una de ellas.
¿Cómo modelarlas en nuestros hijos?
Como adultos, y desde nuestro rol de protectores y padres, muchas veces tratamos de evitarles a nuestros hijos situaciones que los frustren, o los conecten con la tristeza o enojo. A veces con tal que no se enojen cedemos a ciertos límites o para que no se entristezcan evitamos situaciones utilizando pequeñas mentiras piadosas como ¨al perro lo llevamos al campo¨.
Pero tarde o tempano estas emociones aparecen en los chicos, y por ello nada mejor que ayudarlos desde temprano a registrar dichas emociones, mostrándoles que son esperables, transitorias y útiles en determinada situación.
Confiemos en que acompañándolos en esos momentos, ya sea prestándoles palabras o modelándolos con distintas estrategias (poder calmarse y respirar cuando nos enojamos, buscar un abrazo y mimos cuando estamos tristes, etc.) estamos desarrollando sus competencias emocionales, lo cual es una forma de prevenir patologías y disfunciones. De esa forma, los estamos educando en habilidades que los ayudaran en situaciones futuras donde sean ellos solos, y fuera de casa, los que se tengan que enfrentar con esas mal llamadas ¨emociones negativas¨.
Lic. Carolina Houssay
Instituto Sincronía
Especialistas en estrés, ansiedad y emociones
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