Celebremos la autenticidad de cada madre

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Distinto de otros tiempos, la mujer hoy puede elegir libremente cuándo, cómo y con quién tener un hijo. Es una decisión que suele ser planeada y planificada según el estilo de vida de cada una. Hay una tendencia de acceder a la maternidad  a una edad más tardía que años atrás, que está vinculada con el rol cada vez más preponderante que adquirió la mujer en el mercado laboral, el reconocimiento propio, los factores económicos y los proyectos que muchas de ellas quieren lograr antes de ser madres. Es que el deseo de madre, viene integrado junto con otros deseos y objetivos, propios y de pareja.

 Si bien cada mujer siente la maternidad desde una perspectiva muy íntima, ser madre hoy en día, implica un gran desafío de conciliar la vida familiar junto con la profesional. Así mismo, encontrar el balance entre el lugar como madres y como mujeres. 

Cuando aparecen los sentimientos de culpa

En la búsqueda de este equilibrio entre la vida familiar y profesional, muchas veces aparece la culpa como un gran enemigo. Madres que deben volver a trabajar cuando el hijo es todavía muy pequeño, o madres que tienen una jornada laboral extensa y por ende recién se encuentran con sus hijos al finalizar el día, etc. Es real que esta emoción puede aparecer, pero para que la misma no domine la conducta de la madre, es mejor enfocarse en lo que sí logra esa madre compartir con sus hijos y confiar que, desde el rol materno, influye más en nuestros hijos la calidad de tiempo que estemos con ellos, más que la cantidad. Suelen presentarse a la consulta madres que movidas por la culpa pueden tener dificultades a la hora de poner los límites a sus hijos, sin darse cuenta que dicha conducta en vez de beneficiar al hijo, le dificulta su inserción social.

La madre es la figura de apego del niño, y aquella que el niño busca como referente. Cada mujer debe reconocerse en este lugar, para estar tranquila y segura de que más allá de las equivocaciones o tiempos fuera de casa, su rol le sigue perteneciendo.

Buenas o malas madres

Muchas madres se preocupan y evalúan de si son buenas o malas madres. No hay calificación posible, porque así como no hay un estilo único de hijo, tampoco lo hay de madre. Así como una misma madre, no es la misma para cada uno de los hijos.

Ser madre es un desafío de 24 horas, y así como trae inmensas alegrías también brinda momentos difíciles por los cuales se deben transitar. Ser buena madre no es hacer todo perfecto, es tener la seguridad de que cada mujer hace lo mejor que puede, y de la forma que puede. ¡Y es que hasta cuando una se equivoca tiene la oportunidad de mostrarle a su hijo cómo tolerar la frustración, pedir perdón o qué hacer con ese sentimiento de culpa que puede asechar! 

Se trata de estar disponibles emocionalmente, no solamente para conectarse con los hijos sino con lo propio. De esa manera, sin juzgarse y con paciencia, dejarse sorprender por la aventura y responsabilidad de la maternidad.

Madres como MODELO

Si hay algo que caracteriza a las madres, es la de ser modelo para sus hijos. Modelo de cómo ellos se acercarán al mundo, armarán vínculo con otro, resolverán problemas y se desarrollarán emocionalmente. Servir como modelo, no significa que nuestros hijos serán igual que nosotros, ya que cada hijo tiene sus propias características. Significa acompañarlos en esa individualidad, tratando de potenciar sus fortalezas y ayudarlos para tolerar y trabajar sus dificultades. Significa mostrarles un camino por donde recorrer la emocionalidad y las formas de encontrarse con un otro

Nuestros hijos se irán encontrando con desafíos que afrontar, problemas que resolver y  límites que aceptar. Y es aquí donde ellos utilizarán los modelos provenientes de la casa. Por ejemplo, madres que pueden expresar distintas emociones verbalmente, son madres que están estimulando y modelando un lenguaje emocional en sus hijos. Dicen que ¨un ejemplo vale más que mil palabras¨, y es que con cada acto, desde lo cotidiano, estamos transmitiendo un valor. Madres y padres que se levantan temprano y van a trabajar están modelando en sus hijos la cultura del trabajo. O, si frente a una norma los adultos no obedecemos (pasamos los semáforos en rojo, cruzamos por mitad de la calle, etc.) casi sin darnos cuenta estamos modelando eso mismo en nuestros hijos. 

Otra de las funciones de las madres será la de ir prestándoles palabras a sus hijos para que éstos vayan identificando lo que les va pasando y lo que van sintiendo. Desde este lugar la madre no solo va incrementando el reconocimiento emocional en el propio hijo, sino que le va a abriendo un abanico de posibles soluciones para realizar en esos momentos. A medida que ellos lo van internalizando, van a poder empezar a actuarlo ellos solos.

 Mucho de estos logros que van alcanzando los hijos, son gracias a una madre que modela, contiene, acompaña y apoya a su manera. Cada mamá es única y distinta a las demás.

  Lic. Carolina Houssay

 Instituto Sincronía

Especialistas en estrés, ansiedad y emociones

www.instituosincronia.com.ar / info@institutosincronia.com.ar

 

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