Ataque de pánico: ¿cómo superarlo?

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El trastorno por crisis de pánico es el trastorno de ansiedad que mejor responde al tratamiento cognitivo-conductual; teniendo más del 80% de efectividad.

¿Cómo se tratan los ataques de pánico?

Los primeros pasos para tratar el ataque de pánico es precisamente realizar el  diagnóstico y luego realizar los estudios médicos correspondientes (en general ya han pasado por una evaluación médica exhaustiva). Luego, en la mayoría de los casos, deberá ser evaluado por el psiquiatra, quien es el que determina en conjunto con el psicólogo y el paciente, si se indica medicación o no. Si el experto psiquiatra indica la medicación, es ideal combinar ambas terapéuticas desde el comienzo para tener los mejores resultados. Habitualmente, la medicación psiquiátrica está compuesta por un antidepresivo y un ansiolítico, eligiendo los recaptadores de serotonina como medicación de primera línea, que se deben tomar por un tiempo acotado entre 12 y 18 meses. 

Como resultado de múltiples estudios científicos en todo el mundo la terapia indicada para los trastornos de pánico es la cognitivo- conductual. Esta trabaja los cuatro ejes sobre los que se conforma el trastorno de pánico.

1.      El eje neurofísico,  que se aborda con técnicas de relajación, mindfulness y reducción de estrés, técnicas de embodiment y de ser necesario con medicación.

2.      El eje cognitivo, se trabaja sobre el estilo de procesamiento mental del paciente, distorsiones de pensamiento y creencias.

3.      El eje emocional que focaliza la emoción del enojo, el miedo y la exigencia.

4.      El eje conductual, donde se utiliza afrontamientos y desensibilización cognitiva para vencer la evitación a situaciones o lugares y  aprender a tolerar los síntomas físicos.

La terapia cognitivo conductual apunta al desarrollo de habilidades para que el paciente aprenda a transitar lo que le ocurre, partiendo de que conozca lo más completamente posible lo que sucede. De qué se trata su problema, cómo se dispara y qué sostiene el circuito del pánico. Identificar los pensamientos y creencias asociadas al pánico y la respuesta emocional que activan estas creencias. El foco es desarmar el círculo vicioso de evitación que lo lleva a desregularse.

En el primer mes ya habrán disminuido los ataques y comenzará a recuperar la confianza en sí mismo. Pero para desarmar el estilo de vida que alimenta el pánico, entender cómo se llega a desarrollar el trastorno  y realizar los cambios necesarios, lleva algo más de tiempo.

El trastorno de pánico puede ser un trastorno de ansiedad en sí mismo o puede acompañar los más diversos cuadros psicopatológicos, tanto como trastorno o como síntoma. Para que sea un trastorno debe cumplir con determinados criterios descriptos en el manual DSM IV TR de criterios diagnósticos, que entre otros criterios estipula la existencia de más de una crisis y una alteración de la conducta como consecuencia de las mismas.

 

Quienes lo padecen

Existe en general una personalidad previa al pánico. Tienden a ser personas muy responsables, exigentes, que tratan de resolver todo por su propia cuenta, de manera rápida y eficaz. En general, es una persona con un buen desempeño en casi todas las áreas de su vida. Son despiertos e inteligentes y es común que hasta el momento del pánico no se hubiese encontrado con limitaciones ni físicas ni emocionales que le impidieran manejarse exitosamente en casi todo.

Previo a los ataques, el panicoso, en general, era una persona que no le perturba el miedo ni la ansiedad y aunque haya atravesado situaciones muy duras tiende a resolver y avanzar en su vida. Por estas razones, es muy difícil para este tipo de personalidad asumir que tienen un problema que no pueden resolver ellos mismos, y a su vez se sienten muy avergonzados por la desconcertante vulnerabilidad que los invade. Una frase típica que  surge en algún momento del tratamiento es: “yo no soy este y quiero volver a ser el que era”.

Muchos llegan a la consulta después de años de intentar resolver el problema por su cuenta, habiendo pasado por situaciones médicas interminables. Están muy angustiados, con una vida muchas veces muy restringida por la evitación, y con una enorme sensación de impotencia y frustración. Por este motivo, muchas personas que sufren el trastorno con el paso del tiempo tienen marcados síntomas  depresivos. Pasan de una vida activa y productiva a una vida cada vez más reducida, y limitada. Hacen solo aquello que conocen y les da seguridad y a veces eso es muy poco.

¿Cuáles son los síntomas que presentan los panicosos?

Los síntomas físicos son variados y se pueden combinarse de diferentes formas, los más frecuentes son:

·         Palpitaciones

·         Sudoración

·         Temblor de manos

·         Piernas flojas

·         Nauseas

·         Molestias abdominales

·         Mareos

·         Dolor de cabeza

·         Opresión en el pecho

·         Sensación de ahogo o falta de aire

·         Sofocación

 

Los síntomas cognitivos están relacionados con:

·         Miedo a morirse o a que algo terrible está por suceder

·         Miedo al desmayo

·         Miedo al descontrol

·         Sensación de irrealidad o de extrañeza, acerca de lo que pasa o de mi mismo

·         Sensación de estar como en un túnel como si estuviera obnubilado

Estas crisis son aterradoras, desorganizantes, aunque la sensación de malestar luego de las crisis, puede durar días.

¡Hay una salida!

La persona que sufre de pánico debe aprender que esta es una respuesta orgánica natural y normal, y que solo dura un determinado tiempo (entre 10 y 30 minutos) y desaparece, que su cuerpo viene equipado para este tipo de reacción por lo que nada va a pasarle.

Se trata de aprender a tolerarlas, afrontando la ansiedad, sus síntomas y sensaciones desagradables. Lograr esto es difícil, pero de vital importancia, ya que si el panicoso experimenta que los síntomas disminuyen solos sin que nada pase, podría darse cuenta de que esos síntomas no son una señal de peligro inminente, sino una respuesta de ansiedad intensa. Al ser una respuesta fisiológica normal  nuestro cuerpo está preparado para soportarla y una vez que llega a su nivel máximo de intensidad, solo comienza a bajar la intensidad progresivamente. El efecto como cuando uno llora, hay una descarga de llanto por el nivel de emoción que luego cuando ya descargo lo suficiente baja y desaparece.

Aprender a atravesar el pánico en lugar de evitarlo, o superarlo que es otra manera de evitar, es el cambio cualitativo para lograr trascender el ataque y no permitir que se instale.

Lic. Solange García Bardot

Instituto Sincronía
Especialistas en Estrés, Ansiedad y Emociones

info@institutosincronia.com.ar  

virginia@vscomm.com.ar

 

 

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