Comienza el año escolar, ¿cómo organizar las actividades?
Los tiempos han cambiado mucho con el correr de los años y los niños actuales lejos están de aquellos niños que fuimos tiempo atrás quienes tenemos más de 30. Esas horas de vereda o potrero fueron desapareciendo y resultaron reemplazadas por un sinfín de actividades. Una de las principales razones fue que la sociedad fue modificándose y ya no basta con la formación escolar habitual. La sociedad exige nuevas aptitudes para insertarse en ella el día de mañana. Es ahí cuando los padres en pos de brindarle cada vez más herramientas para el día de mañana llenan a los pequeños de abundantes actividades. Los niños pasan sus horas entre dos turnos de colegio, inglés, fútbol, arte, etc.
A diario me encuentro con niños en la consulta que poseen agendas tan apretadas como las de un adulto donde cada día es un interminable listado de ocupaciones que comienzan a primera hora y se extienden hasta pasado el atardecer. Con el correr del año esta vorágine de “obligaciones” a veces traen aparejados una serie de síntomas que son producto de este estilo de vida. Un niño no dice “No doy más…” o “Estoy estresado” sino que en un niño aparecen manifestaciones tales como:
» Miedos nuevos o recurrentes (a la oscuridad, a estar solos, a los desconocidos, etc.),
» Enojo,
» Regresión a comportamientos típicos de edades anteriores del desarrollo,
» Llanto o lloriqueo,
» Incapacidad de controlar sus emociones,
» Comportamiento agresivo,
» Caprichos y berrinches,
» Oposición o negativismo,
» Molestias estomacales,
» Dolores de cabeza recurrentes,
» Pesadillas o insomnio,
» Enuresis (falta de contención de orina)
» Cambio en hábitos alimentarios
» Bajo rendimiento escolar
» Cambios repentinos de humor, entre otros.
Estos síntomas físicos y psíquicos son producto de éste ritmo de vida full time y acelerado, que obviamente no es sin costo para ellos. Por estas razones es importante, hacer una pausa y planificar las actividades del año escolar que está por comenzar de manera de contar con tiempo para descansar, para el ocio y para compartir en familia.
Es preciso pensar cuáles son los verdaderos intereses de nuestros hijos y qué actividad van a disfrutar realmente, de modo de no exigirles que concurran a un espacio donde no la van a pasar bien. Es importante consultarlos y tener un pensamiento realista acerca de la posibilidad de llevar a cabo todas las actividades planeadas de manera que nosotros también podamos organizarnos y que nuestros días no transcurran en un constante rally y estar de aquí para allá contra reloj.
Tengamos en cuenta que no todos los niños son iguales y la mejor comparación es con uno mismo, por eso repasemos qué fue lo que pudimos hacer el año anterior, cómo llegaron a fin de año y hacer un balance para tener un parámetro de qué actividades en conveniente modificar o eliminar.
No sobrecarguemos a los niños, ellos no son adultos en miniatura, intentemos que el nivel de exigencia y ocupación este en concordancia con sus posibilidades. Y fundamentalmente dejémosle espacio para el juego. Recordemos que el juego es una de las más importantes instancias de aprendizaje, de desarrollo emocional y afectivo que estimula los sentidos, la imaginación y la creatividad. Es a través de él, que los niños conocen y relacionan con el mundo y encuentran una gran ocasión de disfrute, o acaso no recordamos las emociones que nos despertaban aquellas tardes con amigos en el potrero o en la vereda de casa.
Lic. Pablo Barraza (@Lic_Barraza)
Instituto Sincronía
Especialistas en estrés, ansiedad y emociones
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