Orientación vocacional
Por Gisela Holc
La finalización de una etapa los enfrenta a grandes cambios. El abandono de la escuela primaria donde conocían sus reglas, sus personajes, donde eran los más grandes, donde conocían a sus compañeros, sus roles en los grupos… todo ello les brindaba un nivel de seguridad y sensación de dominio importante.
Las diferentes etapas por las que atraviesan los niños y adolescentes suelen enfrentarlos a diferentes situaciones que son inherentes al crecimiento, a la edad que tienen, y por eso las llamamos crisis de crecimientos o evolutivas. La denominación crisis implica angustia, ansiedad y la necesidad de resolver algún conflicto o bien alguna preocupación.
En esta oportunidad me voy a referir a la ansiedad típica de los chicos de 16 o 17 años que se encuentran cursando los últimos años de la escuela secundaria y se empiezan a preguntar por su futuro, por la elección de una carrera para estudiar, o bien la posibilidad de salir a trabajar, es decir, que lo que les empieza a generar ansiedad es la salida al mundo adulto y el abandono de su mundo infantil.
El cuerpo creciendo, la voz cambiando, comienza a enfrentarlos con el desconocimiento de si mismos, con esta inseguridad producto del cambio interior, de la imagen que devuelve el espejo, todo esto característico de la adolescencia se ven enfrentados a la pregunta por su futuro.
El futuro que por definición es incierto, desconocido, nuevo… inseguridad y desconcierto tanto a nivel interior, del si mismo como exterior, respecto al mundo externo. Los esquemas interiores cambian, los referentes externos también. En este contexto los chicos tienen que elegir.
La elección sobre su futuro les pertenece y es importante poder pensarla como un desafío, como una oportunidad, pero no menos importante es saber que este hito en la vida de los jóvenes suele ser atravesado con grandes ansiedades, para muchos es un conflicto que no pueden resolver individualmente, muchos la cursan con grandes dudas. Es el momento donde el adolescente se debate entre lo que fue, lo que es y lo que llegará a ser.
Cuando el joven tiene claro sus intereses o inclinación por un área específica o bien cuando tiene un hobbie que puede transformar en estudio, trabajo o proyecto de vida entonces la elección vocacional se resuelve sin mayores conflictos.
Cuando esto no sucede, muchos chicos requieren la ayuda de un psicólogo para que lo ayude en sus definiciones. Este proceso lo entendemos no solo como la elección de una carrera sino como la construcción de una identidad que incluye el estudio pero que abarca más que eso, que tiene que ver con una idea más amplia de quién quiero ser, cómo quiero ser, y desde el punto de vista del constructivismo esta intención del ser es algo que podemos planificar, involucrándonos activamente y poder tomar decisiones pertinentes para encaminarnos hacia nuestro objetivo.
En este sentido ayudamos al adolescente a reconocer sus valores, sus ideales y evaluar las posibilidades reales para alcanzarlos. Cuando hablamos de posibilidades nos referimos a recursos personales, características de personalidad, aptitudes, destrezas, recursos económicos, posibilidad de tiempo para la dedicación, etc.
Para reconocer el ideal al que queremos llegar debemos rastrear de donde surge ya que generalmente la inclinación hacia alguna profesión tiene sus bases en algún otro sea bien real o fantaseado. Cuando alguien quiere ser ingeniero es porque conoció un ingeniero a quien admiró o bien porque fantasea con que la vida de un ingeniero es de tal o cual modo. Por ello hay que investigar las fuentes, la inspiración que está por debajo de esta elección.
Definir expectativas sobre uno mismo, y sobre el contexto. Así mismo como las posibilidades de cumplimiento y realización. Diferenciar las expectativas y deseos propios de las de otros significativos. Muchas veces a los adolescentes les cuesta elegir porque en esa elección intuyen desilusionar a alguien a quien quieren, padres, madres, etc. En este sentido habrá que trabajar sobre la culpa, la individuación, el proyecto personal, y muchas veces se podrá requerir de la colaboración de la familia para despejar puntos de vista y diferenciar individualidades, entre otros conceptos.
Además de lo que uno tiene que elegir, también habrá que decidir que no elegir. Sabemos que elegir siempre es entre opciones y que al elegir una alternativa, uno descarta, resigna o elimina otra.
Durante este proceso utilizaremos varias herramientas básicas en la orientación vocacional, pero hay una que es fundamental y tiene que ver con la investigación y la información. Por un lado habrá que investigar dentro de uno mismo, cuáles son los valores, los intereses, aptitudes, etc.; pero por otro lado habrá que realizar un arduo trabajo de exploración pues no se puede elegir lo que no se conoce.
En este sentido se guiará al joven para que realice un trabajo de campo donde acercarse a sus opciones, leer sobre ellas, entrevistarse con personas específicas, visitar universidades, presenciar clases, todos estos son recursos para poder elegir, conociendo que es lo que se está eligiendo.
Desde el momento que el joven comienza su proceso, sus ansiedades comienzan a disminuir porque el hecho de ponerse en acción, de hacer algo activamente por si mismo le devuelve la sensación de utilidad, de dominio. La adquisición de información también disminuye la ansiedad y nos permite ir sintiéndonos más seguros.
Lic. Gisela Holc
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