Los niños y las compras
En la actualidad, ir de compras forma parte de las actividades que se emprenden en familia, aunque en algunos casos dista de resultar una tarea gratificante para todos.
La mercadotecnia nos ha hecho abandonar los pequeños comercios para recurrir a los grandes almacenes, que ofrecen tres ventajas: comodidad, variedad y ahorro, tanto de tiempo como de dinero. Ello convierte, para muchas familias, las compras periódicas en un paseo familiar, con sus particulares vicisitudes.
Quizás hemos vivido en forma directa el caso de la madre acompañada por uno o dos niños, que hace su máximo esfuerzo por controlar la rabieta de alguno de ellos. Puede ser que el niño pequeño esté cansado o con sueño, o pretenda que se le compre algún juguete o golosina, o bien, en otros casos puede corresponder a una clara lucha de poder.
En momentos de crisis los padres olvidamos que nuestra tarea como cuidadores no es librarnos del problema de ese instante, sino formar ciudadanos. No pocas veces terminamos cediendo a sus demandas, más por la presión social que representa la rabieta del niño que por otra cosa, algo que posteriormente lamentamos.
Para definir cómo debemos actuar, comencemos por entender qué tipo de compradores somos nosotros y así, en primer término, podremos modificar aquellos patrones que no deseamos que los niños reproduzcan.
¿Soy un comprador organizado o impulsivo, de último minuto, algo que luego resienten mis finanzas?
¿Hago una lista cuidadosa de los productos que requiero, de acuerdo a los faltantes en casa?
¿Planifico mis compras de acuerdo a mi presupuesto y a las necesidades familiares?
¿Me cautivan las ofertas al grado de adquirir productos que en realidad no necesito y que jamás voy a usar?
Cuando llevo a los niños, ¿han descansado antes de salir de casa?
¿Les advierto previamente que no vamos a comprar cosas que no estén incluidas en la lista de compras?
¿Me siento culpable cuando no les compro aquello que me piden?
¿Me convencen fácilmente? ¿Con qué método me convencen más?
¿Los he acostumbrado a que salir de la casa equivale a comer cosas fuera de horario?
¿Cómo reacciono ante un berrinche suyo? ¿Me crispa? ¿me angustia? ¿me hace ceder ante sus peticiones??
A la luz de nuestras respuestas, revisemos en lo personal cómo estamos actuando y qué actitudes tenemos que modificar, y a partir de ello podremos hacer algunas recomendaciones para hacer de la visita a la tienda un evento agradable y formativo:
-A los más pequeños habrá que llevarlos luego de que hayan descansado.
-Para evitar que insistan en que les compremos productos poco saludables, lo ideal sería hacer las compras después de las horas de comida.
-Establecer las reglas del juego antes de salir de casa: lo que ya se determinó, no está sujeto a cambio. Hacerlo y romper las reglas confunde al pequeño.
-Si de manera excepcional se les compra algo no planificado, habrá que hacerles ver que es una excepción única a la regla.
-El hábito del ahorro es para toda la vida. Una buena estrategia para favorecerlo es establecer una mesada para el niño en edad escolar, que él determinará cómo utilizar.
En caso de que decida ahorrarla, habrá que reforzar su decisión: por cada suma ahorrada nosotros podemos aportar una suma equivalente.
De este modo le enseñamos el valor del dinero y hacemos del ir de compras una lección de administración de sus propios recursos para toda la vida.
El consumismo que impulsa a comprar, llega a provocar falsos paradigmas, como por ejemplo, presentar como una necesidad inminente la adquisición del último modelo de gadgets.
Con toda seguridad sabemos de casos en los que el padre de familia deja de lado otras necesidades del hogar, con tal de comprar para el hijo el equipo de última generación que acaba de salir al mercado.
El mensaje que deja esta actuación paterna es que en esta vida aquello que compras determina quién eres.
Es todo un reto enseñar al niño a no cifrar la valía de una persona en las posesiones, y convencerlo de que utilizar productos de marca no nos hace más valiosos como seres humanos.
Con un poco de planificación, ir de compras con los niños puede convertirse en una importante tarea en su formación como ciudadanos del mundo. Todo es cuestión de enfoque y planificación.
Dra. María del Carmen Maqueo Garza *
* Médica pediatra mexicana, certificada por el CMCP. Autora de varios libros; activa columnista en la prensa escrita de México; colaboradora en diversas publicaciones digitales y coordinadora del Taller de Historia para Damas de Piedras Negras. Su blog: http://contraluzcoah.blogspot.com/