Prevención desde la niñez: ideas fuerza
Para que un niño se sienta seguro es necesario que sea aceptado, valorado y querido por ser como es. La seguridad hará que el niño actúe con más libertad.
Para que un niño se sienta capacitado para hacer frente a las diferentes situaciones que ocurren durante su desarrollo, es necesario que sus padres les den la oportunidad de elegir, así como de equivocarse y saber pedir perdón, además de proporcionarle el estímulo necesario para aceptar responsabilidades y asumir consecuencias.
Para que un niño se sienta integrado a su entorno es necesario que se respete su raza, religión, clase y cultura.
Para que un niño sienta que puede superarse es necesario que algo lo motive. Cabe a sus padres motivarlo hacia actividades que beneficien su desarrollo personal, sin olvidarse de sus capacidades.
El exceso de permisividad y de sobreprotección material de los hijos, que después deben sobrevivir en una sociedad competitiva y frustrante, está originando un choque que, en ocasiones, es difícil de digerir y puede acarrear trastornos de personalidad en ellos.
De ahí que los límites deban estar muy presentes desde el nacimiento para ayudar al niño a reforzar su personalidad y conocer desde muy pequeño que no es omnipotente y que las frustraciones existen en la vida real.
Los límites tienen que estar muy claros desde muy pequeños, porque ponerlos en la adolescencia ya será tarde. Los niños desde que nacen tienen que aprender a diferenciar entre el bien y el mal, que no tienen por qué tener todo aquello que desean y que existe una correlación entre un premio y un comportamiento adecuado.
El accionar preventivo debe contemplar:
1-Promocionar la salud como un valor apreciado por los alumnos, de forma que se adquieran hábitos y costumbres para su bienestar físico, mental y de su entorno familiar y social.
2-Promover la visión y el sentido de comunidad en la institución.
3-Enfatizar sobre lograr éxito en la vida en base al refuerzo de la autoestima, la apreciación de los valores y asumir los compromisos.
4-Centrar la prevención en los alumnos y en toda la comunidad.
5-Concientizar a los docentes sobre la necesidad de ejercer su labor de una forma relevante y no mecánica.
6-Reducir la necesidad de creer que para prevenir se debe contar con “expertos” en cada tema.
7-Aumentar las relaciones entre los miembros de la comunidad escolar, cada uno aprehende que la prevención es “tarea de todos”.
Prevención es acción social. La participación social en la construcción de proyectos comunitarios es en sí un acto de salud. No es de la droga de lo que debemos hablar. La droga es el velo que cubre las causas determinantes.
Por lo tanto, será preventivo descorrer ese velo y hacer hablar al síntoma social para producir un acto social transformador de la realidad. Así, desde nuestra concepción, el primer acto preventivo no será hablar, explicar ni alertar, sino escuchar: escuchar lo que la droga tapa y los sufrimientos de comunidades e instituciones. Del hablar al hacer, de las drogas a sus causas.
Dra. Nora Reboledo
Médica Pediatra – Médica Especialista en Adolescencia