Estudio confirma que las vacunas no producen autismo
Un equipo de investigadores de la Universidad de Sídney ha repasado todos y cada uno de los trabajos científicos (sobre 1,3 millones de niños) sobre el posible nexo entre la vacunación de niños y la aparición de trastornos del espectro autista. La conclusión es diáfana: “Este meta análisis no proporciona ninguna evidencia de una relación entre las vacunas y el autismo o los trastornos del espectro autista y, por tanto, defiende que se continúe con los programas de inmunización de acuerdo con las directrices nacionales”.
Este tipo de estudios, denominados meta análisis, se centra en revisar la metodología, la calidad y las conclusiones de todos los trabajos realizados sobre un tema, para tratar de realizar una fotografía más amplia.
Tras repasar todos los números aportados por estos estudios científicos de calidad y descartar los sesgados o poco fiables, el resultado muestra que entre los grupos de niños vacunados el riesgo de autismo sería incluso inferior.
El equipo liderado por Guy Eslick se centró en una decena de estudios, cinco de ellos sobre grandes poblaciones de niños y cinco de casos de control, para extraer las conclusiones cuantitativas.
Todos estos estudios abarcan casi 1,3 millones de niños en Reino Unido, Japón, Polonia, Dinamarca y EEUU y la robustez de sus análisis se asienta en que de media siguieron a los grupos estudiados durante más de ocho años después de la inmunización.
Los resultados son tan concluyentes como siguen:
- No hay relación entre vacunación y autismo.
- No hay relación entre vacunación y trastorno del espectro autista.
- No hay relación entre autismo o trastorno del espectro autista y la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola).
- No hay relación entre autismo o trastorno del espectro autista y timerosal (un conservante de vacunas derivado del mercurio).
- No hay relación entre autismo o trastorno del espectro autista y el mercurio (agente al que los detractores de las vacunas, acusan de provocar autismo).
Son conclusiones que las organizaciones médicas de todo el mundo ya conocían pero Eslick y su equipo vienen a desmontar definitivamente, con un torrente masivo de datos, el bulo sobre el que han cabalgado los nocivos movimientos anti vacunas desde que en 1998 el doctor Andrew Wakefield publicara un estudio “deshonesto e irresponsable” que relaciona vacunas y autismo.
Su trabajo fue retractado y desmontado, pero las consecuencias de ese falso nexo entre las vacunas y el trastorno perviven todavía.
A partir de 1998, el número de vacunaciones en los países desarrollados se desplomó notablemente y todavía hoy no se han recuperado las tasas de inmunización previas al fraude de Wakefield, ya que los movimientos anti vacunación lograron asentar ese miedo infundado en el imaginario colectivo.
En un caso muy peculiar dentro de la literatura científica, el propio Eslick concluye este estudio, que se publica en Vaccine, con un epílogo en primera persona en el que expresa sus preocupaciones como padre: Como epidemiólogo me creo los datos que se presentan en este meta análisis.
Sin embargo, como padre de tres hijos tengo cierta comprensión de los temores asociados a las reacciones y efectos de las vacunas. Mis dos primeros hijos sufrieron brotes febriles después de la vacunación rutinaria, uno de ellos grave.
Estos casos no me impidieron vacunar a mi tercer hijo, y sin embargo, me llevaron a tomar algunas medidas preventivas para reducir el riesgo de efectos adversos similares. Le vacuné por la mañana, así estábamos preparados para cualquier reacción adversa durante el día. Como padre conozco a mis hijos mejor que nadie y atribuyo sus reacciones al aumento de la temperatura corporal por efecto de la vacunación. Para los padres que notan un cambio significativo en el comportamiento de sus hijos después de una vacunación, les animo a informar de inmediato a su médico de familia.
Como bien explica Eslick, la vacunación es un método de inmunización que puede tener efectos secundarios.
Pero sigue siendo la mejor manera de combatir terribles enfermedades que causaban dolorosos padecimientos y muertes.
Y, como vemos, podemos estar seguros entre esos efectos no está el autismo.
Nota: La información de los efectos colaterales y efectos adversos de vacunas se pueden encontrar fácilmente en el prospecto que acompaña el producto.
REFERENCIA ‘Vaccines are not associated with autism: An evidence-based meta-analysis of case-control and cohort studies’ doi: 10.1016/j.vaccine.2014.04.085 Archivado en: pseudociencia, salud pública, vacunas
Publicado Dr. Matamoros en el Blog Mi pediatra