La cultura de la paz contra la cultura de la violencia, ¿cuál debe prevalecer?
Por Dr. Salvador Alvarado González
Debo reconocer que soy absolutamente un aficionado a este tema. Pero desde siempre he mantenido la ilusión de un mundo en paz. Un mundo en donde la justicia, la igualdad, el respeto por la vida y la dignidad del ser humano y de todos sus derechos inalienables prevalezcan sobre sus correspondientes antivalores, como la injusticia, la dominación, la discriminación, en fin la explotación del ser humano por otro ser humano. Esa ilusión, ese anhelo, de tontos tal vez, lo he tenido dentro de mí. Siempre he visto con malos ojos la discriminación y las injusticias, los conflictos violentos como las guerras, injustas la mayoría de las veces, y hago mío uno de los lemas fundacionales de la UNESCO donde se señala que “si las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”;sus fundadores aceptaban el reto y lanzaban al mundo el mensaje de que si los humanos hemos sido capaces de inventar una práctica tan brutal como la guerra, hemos de ser igualmente capaces de inventar la paz, de construirla, fortalecerla y universalizarla.
He hecho una revisión de los antecedentes de la Cultura de la Paz descritos maravillosamente bien en el extenso artículo del profesor Español, titular de la cátedra de la UNESCO sobre La Paz y los derechos Humanos, Vicenç Fisas, titulado Un Poco De Historia Sobre La Resolución De Conflictos Y La Investigación Sobre La Paz. De este artículo tan extenso he entresacado lo que considero valioso de compartir. Un extracto de conceptos útiles para el público en general, que como yo, deseen un mundo mejor.
La historia de buscar la resolución de conflictos por métodos no violentos no es nueva, se remonta a los años treinta con la fundación del Departamento de Sociología en la Universidad de Harvard, donde se estudia las guerras de los últimos siglos, sin olvidar las principales enseñanzas milenarias del Budismo que son la No Violencia y la Compasiónpor todo ser vivo.
Desde entonces, y con más énfasis desde los años 90, se ha consolidado el paradigma de la “transformación de conflictos”. La transformación de conflictos tiene una mirada a más largo plazo y considera tanto la dimensión estructural, como la relacional y la cultural, por lo que pone el énfasis en los cambios que habrán de producirse en los individuos, en el sistema de relaciones, en las culturas y en los países a partir de su propia experiencia de superación de los conflictos violentos. Esta “transformación de conflictos” implica transformar el propio conflicto para que llegue a ser generador de capacidades constructivas, de cambio social y reducción de los motivos que lo generaron. Pone el acento también en las propias capacidades de la gente cuando usan sus propios mecanismos culturales para resolver los conflictos, en un ejercicio de etnoconflictología.
Todas estas propuestas, metodologías y análisis han servido para mejorar las capacidades de intervenir en los conflictos, incluidos los armados, a partir del desarrollo de los métodos de negociación.
UNA CULTURA DE PAZ CONTRA LA CULTURA DE LA VIOLENCIA
Hemos de convenir que la paz es algo más que la ausencia de guerra, y tiene que ver con la superación, la reducción o evitación de todo tipo de violencia, y con nuestra capacidad y habilidad para transformar los conflictos, para que en vez de tener una expresión violenta y destructiva, estas situaciones de conflicto puedan ser oportunidades creativas, de encuentro, de comunicación, de cambio, de adaptación e intercambio.
Las Naciones Unidas definen a la Cultura de Paz como “un conjunto de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que rechazan la violencia y previenen los conflictos atacando sus raíces a través del diálogo y la negociación entre los individuos, los grupos y los estados”.Este nuevo enfoque es el que persigue la “cultura para la paz”, que habrá de transformar la actual “cultura de la violencia”.
Veamos algo un poco de lo que se considera los orígenes de esta cultura de la violencia que se remonta, ni duda cabe, a tiempos inmemoriales. En esos tiempos tan remotos la violencia, que puede denominarse primitiva o salvaje, estaba regulada por dos códigos: el honor y la venganza. Se guerreaba por prestigio, para adquirir gloria y fama, por venganza. Más tarde, con el advenimiento de los Estados, la guerra se convierte en un medio de conquista, de expansión o de captura, y es el Estado (imperios) quien se apropia de la guerra, la glorifica y la convierte en un derecho, creando instituciones especializadas para prepararla y llevarla a cabo. Es el Estado el encargado de velar por nuestra seguridad. Pero este aparenteproceso de civilización paga el precio de legitimar estructuras profundamente violentas y comportamientos individualistas, narcisistas e insolidarios, poco sensibles al dolor ajeno y a las necesidades de los demás. Quizá el fortalecimiento de la sociedad civil, de un tejido social responsable, pueda cambiar esta situación y tenga entonces razón el Director General de la UNESCO cuando afirma que “pasar de la guerra a la paz significa la transición de una sociedad dominada por el Estado, único garante de la seguridad en un mundo peligroso, a una sociedad civil en la cual las personas trabajan, crean y desarrollan la urdimbre de su existencia en comunidades liberadas de los temores inherentes a una cultura bélica”.
La cultura de la violencia es “cultura” en la medida en que a lo largo del tiempo ha sido interiorizada e incluso sacralizada por amplios sectores de muchas sociedades a través de mitos, simbolismos, políticas, comportamientos e instituciones, a pesar de haber causado dolor, sufrimiento y muerte a millones de seres. Cambiarla no será empresa fácil, y nos llevará varias generaciones. De ahí que la UNESCO insista en la importancia de revisar los libros de texto, para eliminar todo estereotipo negativo y reformar la enseñanza de la historia de tal manera que el cambio social no violento cobre tanto protagonismo como los episodios militares, prestando atención, además, al papel de las mujeres. Por ello es tiempo de cambiaos, es tiempo de plantear estrategias para un cambio de la violencia a la paz. Digamos no a la injusticia y a la violencia y un rotundo sí a la justicia y a la vida en todo su esplendor.
Y sólo para darnos una idea de todo lo que hay que cambiar, veamos algunos de los fundamentos esenciales de esta cultura de la violencia:
- El patriarcado y la mística de la masculinidad (El machismo)
- La búsqueda como meta existencial del poder y del dominio sobre los demás (Guerras preventivas)
- La incapacidad para resolver pacíficamente los conflictos (Somalia, los Balcanes)
- La economía, generadora de desintegración social y su principio de competitividad (Las televisoras, los fabricantes de videojuegos violentos, los fabricantes de juguetes bélicos, etcétera)
- El militarismo y el monopolio de la violencia por parte de los Estados(Golpes de estado, sometimiento de los civiles, etcétera)
- Los intereses de las grandes potencias (Apoderarse de recursos naturales)
- Los fanatismos religiosos(Guerras santas, santa inquisición, etcétera)
- Las ideologías exclusivistas (Nacionalismos, purismo, etcétera)
- El etnocentrismo y la ignorancia cultural (Racismo)
- La deshumanización (Considerar a otros seres humanos como “objetos”, como en la esclavitud)
- El mantenimiento de estructuras que perpetúan la injusticia y la falta de oportunidades y de participación. (Apartheid, discriminación racial, etcétera)
Visto lo anterior, debemos concluir que no es tarea fácil la de reestructurar estos 11 causales de la violencia, pero los avances son evidentes, cada vez hay menos personas en el mundo a favor de las cruentas guerras en particular y de la violencia en lo general. Cada vez son más las personas de la sociedad civil que se organizanpara protestar por las situaciones violentas y no dudo que en este siglo veintiuno la humanidad cobre una mayor relevancia en contra de la violencia y la destrucción del hombre por el hombre mismo y podamos acabar con la desigualdad entre los seres humanos, con el hambre, con la trata que es la nueva forma de esclavitud, es decir la compraventa de seres humanos con fines siniestros, con las diversas y severas formas del maltrato infanto-juvenil, entre tantas otras nefastas formas de violencia. Algún día, estoy seguro, prevalecerá la armonía entre todos los seres humanos. Ojalá que esta generación, o la que viene, o la que viene después de la que viene, logre la convivencia cordial entre los seres humanos y entonces, entoncesla cultura de la paz prevalecerá.