LAS ADOLESCENCIAS HOY
Por Lic. Alejandra Lacroze*
“Los hombres se parecen más a su época que a sus padres”
Guy Debord
Esta frase provocadora, destaca una variación decisiva en el terreno vincular. Los vínculos entre semejantes (amigos, hermanos, compañeros, novios) predominan por sobre los verticales (padres, maestros, abuelos, tutores) Los vínculos entre iguales parecen ser, en términos del filósofo Guy Debord, el nombre de nuestra época.
Resulta indispensable pensar la incidencia de las actuales condiciones histórico sociales en las transformaciones de la adolescencia
Lo socio-cultural no es la escenografía de la vida de las personas, sino, aquello que hace que esas personas, sean sujetos de esa época con sus lógicas y contextos de significación.
Es preciso considerar las mutaciones que se están produciendo en las categorías infancia, adolescencia, parentalidad y filiación en cuanto a las maneras de amar, de relacionarse, de vivir la cotidianeidad, la sexualidad.
La historiadora Mariana Cantarelli plantea: “estamos pensando en un tipo de vínculo que emerge tras el agotamiento del patriarcado. Es decir, cuando la autoridad paterna no es el centro, cuando la dinámica no se organiza a partir de la dependencia de los niños y la subordinación de la mujer”
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman se pregunta por el estatuto del sufrimiento. Hoy las penurias y los sufrimientos están fragmentados, dispersos, esparcidos. Sufrimos, pero además, sufrimos aisladamente. Lo específico del sufrimiento contemporáneo es la incertidumbre, la inseguridad y la desprotección. .Si el nombre del malestar es la fragmentación, dirá Mariana Cantarelli, el dolor se aproxima a la sensación de no ser parte de ninguna organización. Soledad, más soledad.
EXHIBICION DE LA INTIMIDAD Y ESPECTACULARIZACION DE LA PERSONALIDAD
“La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo
no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos,
aunque nos conste que éstos son provisorios”
Jorge Luis Borges
Otra de las grandes transformaciones en esta época se está produciendo a nivel de descubrimientos de la tecnología, que generan cambios en los modos de relacionarse. En una sociedad tan espectacularizada como la nuestra, no sorprende que las fronteras siempre confusas entre lo real y lo ficcional se hayan desvanecido aún más. El flujo es doble: una esfera contamina a la otra, y la nitidez de ambas definiciones queda comprometida.
Un complicado juego de espejos con los personajes mediatizados dispara procesos de identificación efímeros y fugaces, que promueven las numerosas ventajas de reciclar regularmente la propia personalidad alterdirigida.
“Estoy feliz. Ahora parezco una Barbie” dispara Charlotte Caniggia desde la portada de la revista Gente. Con apenas 20 años la hija de Caniggia y Mariana Nannis se corrigió la nariz, se lipoaspiró la cintura y las rodillas y se aumentó el tamaño de su busto. Hace unos pocos años, los consultorios de cirugía plástica comenzaron a recibir chicas de 14 años que habían pedido como regalo de 15 ya no ni una fiesta ni un viaje sino un implante de siliconas. Hoy esa tendencia se ve reforzada por la demanda de adolescentes que quieren (…) incluso ponerse inyecciones de botox, en un intento innecesario de “prevenir “ arrugas en rostros que lejos de mostrar signos del paso del tiempo aún no han terminado de formarse”. “Barbies de verdad: cada vez más chicas piden cirugías estéticas”. La Nación. 2 junio 2013
Como plantea el sociólogo y epistemólogo portugués Hermínio Martins la tecnociencia de nuestra época tiene una vocación fáustica: rechaza el carácter orgánico y material del cuerpo humano y pretende superarlo, buscando un ideal ascéptico, artificial, virtual e inmortal.
El cuerpo ya no se descarta por ser pecador, sino por ser impuro en un nuevo sentido: Imperfecto y perecedero.
En este nuevo contexto, el aspecto corporal asume un valor fundamental: el cuerpo se torna una especie de objeto de diseño. En el contexto actual, el yo se estructura a través del cuerpo, o más precisamente, de la imagen visible de lo que cada uno es.
La meta consiste en adornar y recrear el propio yo como si fuera un personaje audiovisual. Una personalidad eficaz y visible, capaz de mostrarse en la superficie de la piel y de las pantallas. Hay que convertir al propio yo en un show porque la imagen de cada uno deviene su propia marca. Además, ese yo debe ser mutante
Esos disfraces del yo que se adhieren a la piel deben renovarse constantemente siempre procurando la tan deseada singularidad, autenticidad, originalidad.
Según las premisas básicas de la sociedad del espectáculo y la moral de la visibilidad, si nadie ve algo es muy probable que ese algo no exista: “lo que aparece es bueno, y lo que es bueno aparece” (Debord)
Tanto la exhibición de la intimidad como la espectacularización de la personalidad, son dos fenómenos que hoy proliferan. Por eso, en vez de solicitar la técnica de la introspección, que intenta mirar hacia dentro de sí mismo para descifrar lo que se es, las nuevas prácticas incitan al gesto opuesto: impelen a mostrarse hacia fuera como vemos en los Reality show, Facebook, Twitter, etc.
Según el sociólogo inglés David Buckingham, las fronteras entre el mundo infantil y el mundo adulto, tienden a diluirse. Los niños participan cada vez más de aspectos de la vida adulta (sexo, drogas, alcohol, delito, conflictos familiares, etc)
*Lic en Psicólogía (UCA) Psicoanalista formada en Instituto de Psicoanálisis de Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) con Especialización en niñez y adolescencia. Miembro de APdeBA y de International Psychoanalitical Association (IPA). Maestría en pareja y familia (IUSAM-APdeBA). Ex Residente del Servicio de Alcoholismo y Toxicomanía del Centro de salud Mental Nº 3. Ex Coordinadora del Programa de Alcoholismo de la Provincia de Buenos Aires. Directora de “Mi cuerpo es mi casa”Lic. Alejandra Lacroze
Psicóloga de adolescentes- Argentina