Autoestima
Por Lic. María Gabriela Fernández
La mente de Esteban da vueltas sin parar mientras hace sus deberes. Nunca voy a conseguir aprobar este examen de historia -piensa-. Mi viejo tiene razón, soy como él —nunca haré gran cosa en la vida. Distraído, baja la mirada y piensa en lo flacas que son sus piernas. Uf -se dice-. Seguro que el entrenador de fútbol no me deja ni intentarlo cuando vea lo poca cosa que soy.
Julio está estudiando para el mismo examen de historia que Esteban, y tampoco es un amante de esa materia. Pero aquí se acaban las similitudes. Julio tiene una actitud completamente diferente. Es más probable que piense: Bueno, historia otra vez. ¡Qué plomo! Menos mal que me luciré en la materia que me gusta de verdad —matemáticas. Y, cuando Julio piensa en su aspecto, también es mucho más positivo. Aunque es más bajo y delgado que Esteban, Julio es mucho menos proclive a culpar o criticar su cuerpo y es más probable que piense: Tal vez esté delgado, pero corro bien. Seré una buena incorporación para el equipo de fútbol. Las personas con buena autoestima están mejor preparadas para lidiar con las situaciones de estrés que ofrece la vida.
Todos tenemos una imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos esa imagen a lo largo del tiempo, empezando en nuestra más tierna infancia. El término autoimagen se utiliza para referirse a la imagen mental que una persona tiene de sí misma. Gran parte de nuestra autoimagen se basa en nuestras interacciones con otras personas y nuestras experiencias vitales. Esta imagen mental (nuestra autoimagen) y cómo nos conceptualizamos a nosotros mismos (nuestro auto concepto) contribuyen a nuestra autoestima.
La autoestima depende de en qué medida nos sentimos valorados, queridos y aceptados por otros —y en qué medida nos valoramos, queremos y aceptamos a nosotros mismos. Las personas con una autoestima sana se sienten bien consigo mismas, aprecian su propia valía y están orgullosas de sus capacidades, habilidades y logros. Las personas con baja autoestima sienten que no gustarán a nadie, que nadie los aceptará o que no son buenos en nada.
Todos tenemos problemas con nuestra autoestima en determinados momentos de la vida (especialmente durante la adolescencia, cuando estamos descubriendo quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el mundo). La buena noticia es que, como la imagen que tenemos de nosotros mismos va cambiando a lo largo del tiempo, la autoestima no es algo inamovible ni fijo de por vida. Así que, si sentís que tu autoestima no es todo lo alta que debería ser, podés mejorarla.
Problemas de autoestima
Antes de que una persona pueda solucionar sus problemas de autoestima y construir una autoestima sana, es útil saber en primer lugar qué podría estar causando esos problemas. Dos cosas en particular —cómo nos ven o nos tratan los demás y cómo nos vemos a nosotros mismos— pueden tener un gran impacto sobre nuestra autoestima.
Los padres, profesores y otras figuras de autoridad influyen en las ideas que desarrollamos sobre nosotros mismos —en particular, cuando somos niños pequeños. Si los padres pasan más tiempo criticando a un hijo que elogiándolo, es difícil que ese niño desarrolle una autoestima sana. Puesto que los adolescentes aún están formando sus valores y creencias, es fácil que construyan su autoimagen alrededor de lo que dice uno de sus padres, un entrenador u otras personas.
Las críticas no tienen por qué venir siempre de otras personas. Como Esteban en el ejemplo anterior, algunos adolescentes también tienen un crítico interior, una voz interior que encuentra fallos en todo lo que hacen. Y, como le sucede a Esteban, la gente a menudo modula inintencionadamente su voz interior de acuerdo con la opinión de un padre crítico o cualquier otra persona cuya opinión es importante para ella.
Con el tiempo, escuchar una voz interior negativa puede dañar la autoestima de una persona tanto como si la crítica viniera de fuera. Algunas personas están tan acostumbradas a que su crítico interior siga allí que ni siquiera se dan cuenta cuando se están tirando abajo.
Las expectativas poco realistas también pueden afectar a la autoestima de una persona. La gente tiene una imagen de lo que quiere llegar a ser (o de quién cree que debería ser). La imagen de la persona ideal es diferente para cada uno. Por ejemplo, algunas personas admiran las habilidades deportivas y otras las aptitudes académicas. Las personas que se ven a sí mismas teniendo las cualidades que admiran —como la habilidad de hacer amigos fácilmente— suelen tener una autoestima alta.
Las personas que no se ven a sí mismas teniendo las cualidades que admiran pueden desarrollar una baja autoestima. Desgraciadamente, las personas que tienen una baja autoestima a menudo tienen las cualidades que admiran, pero no pueden verlo porque la imagen que tienen de sí mismos está moldeado de tal modo que les impide hacerlo. Es como si con tantas críticas la Esencia (que es siempre buena), quedara camuflada y lo que se dificultara fuera el poder percibirla, tomar contacto con ella.
Lic. María Gabriela Fernández
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