Nueve meses de cambios: el embarazo
El cuerpo humano está condicionado para gestar un bebé. Durante nueve meses se sucede una tarea que debe ser apoyada por una serie de cuidados especiales.
El óvulo es fecundado por el espermatozoide en la trompa de Falopio. Luego de tres o cuatro días, el óvulo ”se acomoda” en el útero. Tres días más tarde, el óvulo fecundado se convierte en el embrión y se “pega” en el útero.
Entre el embrión y el útero se forma una membrana que crecerá junto con el bebé: la placenta.
La placenta es la conexión más directa entre la madre y el bebé. La placenta transforma todo lo que la madre puede dar a su bebé por medio del cordón umbilical. La placenta también absorbe lo que el bebé no necesita y lo saca hasta la corriente sanguínea para purificarlo.
Durante el embarazo, las mujeres necesitan más oxígeno, que será utilizado para ellas mismas y para el bebé. Por eso la respiración aumenta y se hace más rápida.
Durante la octava y décima semana de vida, al embrión se le nota la forma de la cabeza, de los brazos y las manos. Durante el primer mes de embarazo el embrión no tiene más de un centímetro de largo. Al segundo alcanza más o menos cuatro centímetros. Al quinto mes, el bebé tendrá 25 cm y cuando nace, si la madre y él han recibido los cuidados adecuados, tendrá medio metro de largo.
Alrededor del embrión se forma una bolsa de membranas que contiene un líquido que lo acompañará hasta el nacimiento (líquido amniótico).
La futura mamá aumenta durante los nueve meses, aproximadamente unos diez kilos. El aumento de peso corresponde al líquido amniótico, al crecimiento del útero y al crecimiento de la placenta, así como al bebé.
El cuerpo de la madre crece porque ella necesita más grasas que le darán energía durante la gestación y le ayudarán a dar de mamar al bebé cuando nazca.
Una mujer que pesa 60 o 70 kilos cuando no está embarazada, tiene unos cinco litros de sangre. Durante el embarazo, ese volumen alcanzará los siete litros y medio. Todo el alimento y el oxígeno que recibe el bebé le llega a través de su sangre.
El útero crece y sus paredes se vuelven más gruesas porque va acumulando proteínas. Las proteínas hacen que el útero se vuelva elástico. Esto ayuda a producir las contracciones que permiten que el bebé salga al exterior y luego, que el mismo útero recupere su tamaño normal. Desde el cuarto mes se sienten contracciones. La razón es que el útero, desde entonces, se prepara para el día del parto.
El útero por lo general pesa 70 gramos. Cuando una mujer está embarazada, el útero llega a pesar un kilo.
Desde el primer mes los senos aumentan de tamaño. Las glándulas mamarias se preparan para producir leche, cuando el bebé succione. Los senos también crecen porque deben almacenar grasas que luego se utilizarán en el trabajo de amamantar.
Durante el embarazo las mujeres tienen más pigmentación por eso aparecen manchas en diferentes partes del cuerpo y en la cara. Generalmente desaparecen después del parto.
En el centro de la panza aparece una línea oscura que la divide en dos partes iguales. También aparecen estrías en la cadera y en la panza.
El estómago de la madre y los intestinos se reacomodan para hacer lugar al bebé. Con frecuencia la digestión se vuelve más lenta.
Las mujeres embarazadas suelen tener acidez y eructos frecuentes. Se aconseja comer pequeñas cantidades de comida cada vez para disminuir un poco las molestias.
Una buena alimentación (leche, frutas, verduras, carne, pescado, huevos, cereales, etc.), ejercicio moderado y el apoyo y cariño de la pareja y la familia, son elementos definitivos durante todo el proceso del embarazo y la mejor antesala para tener un buen parto y un bebé sano.
CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO
FUENTE: “Ayudando a crecer” Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud
La OMS y la OPS