A comer bien, desgastando energías!!
La globalización ha acelerado la incidencia de Enfermedades Crónicas no Transmisibles. La OMS recomienda hábitos alimentarios y actividad física para contrarrestar sus efectos negativos.
El último documento de la OMS titulado “Dieta, Nutrición y Prevención de Enfermedades Crónicas” (Ginebra 2003), fundamenta la necesidad de establecer intervenciones nutricionales y de actividad física ante la epidemia global de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles. Estas enfermedades son: sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, osteoporosis, accidentes cerebro vasculares y enfermedades cardiovasculares.
La epidemia creciente de enfermedades crónicas -que aqueja tanto a los países desarrollados como a los países en vías de desarrollo- está estrechamente relacionada con cambios en los hábitos alimentarios y en el modo de vida.
Los mecanismos que conducen a las enfermedades crónicas están más claros, y se ha comprobado que existen intervenciones que reducen el riesgo.
Como respuesta a los procesos de industrialización, urbanización, desarrollo económico y globalización de mercados acaecidos en la última década se han producido rápidos cambios en los regímenes alimentarios y los modos de vida. Esto está teniendo grandes repercusiones en la salud y el estado nutricional de las poblaciones, fundamentalmente en los países en desarrollo y en los países en transición. Si bien han mejorado los niveles de vida, se ha ampliado la disponibilidad y diversificación de los alimentos y ha aumentado el acceso a los servicios, no hay que perder de vista las significativas repercusiones negativas en relación a hábitos alimentarios inapropiados, disminución de la actividad física y mayor consumo de tabaco, todo ello con el correspondiente incremento de las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, especialmente entre las personas pobres.
Los alimentos y los productos alimenticios se han convertido en artículos básicos fabricados y comercializados en un mercado cada vez más globalizado. Así pues, los cambios de la economía alimentaria mundial se han reflejado en los hábitos alimentarios; por ejemplo, se constata un mayor consumo de alimentos muy energéticos con alto contenido de grasas (en particular grasas saturadas) y bajos en carbohidratos no refinados.
Estas características se combinan, como mencionamos anteriormente, con la disminución del gasto energético que conlleva un modo de vida sedentario. Entre las principales causas encontramos:
- Transporte motorizado.
- Aparatos que ahorran tiempo en el hogar.
- Disminución gradual de las tareas manuales físicamente exigentes en el trabajo.
- Dedicación preferente del tiempo de ocio a pasatiempos que no exigen esfuerzo físico.
Debido a estos cambios en los hábitos alimentarios y en el modo de vida, las Enfermedades Crónicas no Transmisibles son causa cada vez más importante de discapacidad y muerte prematura en los países tanto en desarrollo como recién desarrollados y suponen una carga adicional a los presupuestos sanitarios nacionales ya sobrecargados.
La necesidad de mantener un nivel suficiente de ACTIVIDAD FÍSICA es una de las recomendaciones de la OMS. Este énfasis concuerda con la tendencia a incluir a la actividad física como parte del régimen alimentario, la nutrición y la salud.
Algunos aspectos importantes al respecto son:
- El gasto energético asociado a la actividad física es una parte importante en la ecuación de equilibrio energético que determina el peso corporal. La disminución del gasto calórico que conlleva la reducción de la actividad física es probablemente uno de los factores que más contribuyen a la epidemia mundial de sobrepeso y obesidad.
- La actividad física tiene gran influencia en la composición del cuerpo: en la cantidad de grasa, de músculo y de tejido óseo.
- La actividad física y los nutrientes comparten en gran medida las mismas vías metabólicas y pueden interactuar de diversas maneras que influyen en el riesgo y la patogénesis de varias enfermedades crónicas.
- Se ha comprobado que el buen estado cardiovascular y el ejerciocio físico reducen significativamente los efectos del sobrepeso y la obesidad en la salud.
- La actividad física y la ingesta de alimentos son comportamientos tanto específicos como interactivos, en los que influyen y pueden seguir influyendo en parte, medidas y políticas.
- La falta de actividad física es un riesgo para la salud mundial y es un problema extendido y en rápido aumento .
Para lograr los mejores resultados en la prevención de ENFERMEDADES CRÓNICAS, las estrategias y las políticas que se apliquen deben reconocer plenamente la importancia fundamental de la dieta, la nutrición y la actividad física.
CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO
Lic. Marcela Leal
La globalización ha acelerado la incidencia de Enfermedades Crónicas no Transmisibles. La OMS recomienda hábitos alimentarios y actividad física para contrarrestar sus efectos negativos.
El último documento de la OMS titulado “Dieta, Nutrición y Prevención de Enfermedades Crónicas” (Ginebra 2003), fundamenta la necesidad de establecer intervenciones nutricionales y de actividad física ante la epidemia global de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles. Estas enfermedades son: sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, osteoporosis, accidentes cerebro vasculares y enfermedades cardiovasculares.
La epidemia creciente de enfermedades crónicas -que aqueja tanto a los países desarrollados como a los países en vías de desarrollo- está estrechamente relacionada con cambios en los hábitos alimentarios y en el modo de vida.
Los mecanismos que conducen a las enfermedades crónicas están más claros, y se ha comprobado que existen intervenciones que reducen el riesgo.
Como respuesta a los procesos de industrialización, urbanización, desarrollo económico y globalización de mercados acaecidos en la última década se han producido rápidos cambios en los regímenes alimentarios y los modos de vida. Esto está teniendo grandes repercusiones en la salud y el estado nutricional de las poblaciones, fundamentalmente en los países en desarrollo y en los países en transición. Si bien han mejorado los niveles de vida, se ha ampliado la disponibilidad y diversificación de los alimentos y ha aumentado el acceso a los servicios, no hay que perder de vista las significativas repercusiones negativas en relación a hábitos alimentarios inapropiados, disminución de la actividad física y mayor consumo de tabaco, todo ello con el correspondiente incremento de las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, especialmente entre las personas pobres.
Los alimentos y los productos alimenticios se han convertido en artículos básicos fabricados y comercializados en un mercado cada vez más globalizado. Así pues, los cambios de la economía alimentaria mundial se han reflejado en los hábitos alimentarios; por ejemplo, se constata un mayor consumo de alimentos muy energéticos con alto contenido de grasas (en particular grasas saturadas) y bajos en carbohidratos no refinados.
Estas características se combinan, como mencionamos anteriormente, con la disminución del gasto energético que conlleva un modo de vida sedentario. Entre las principales causas encontramos:
- Transporte motorizado.
- Aparatos que ahorran tiempo en el hogar.
- Disminución gradual de las tareas manuales físicamente exigentes en el trabajo.
- Dedicación preferente del tiempo de ocio a pasatiempos que no exigen esfuerzo físico.
Debido a estos cambios en los hábitos alimentarios y en el modo de vida, las Enfermedades Crónicas no Transmisibles son causa cada vez más importante de discapacidad y muerte prematura en los países tanto en desarrollo como recién desarrollados y suponen una carga adicional a los presupuestos sanitarios nacionales ya sobrecargados.
La necesidad de mantener un nivel suficiente de ACTIVIDAD FÍSICA es una de las recomendaciones de la OMS. Este énfasis concuerda con la tendencia a incluir a la actividad física como parte del régimen alimentario, la nutrición y la salud.
Algunos aspectos importantes al respecto son:
- El gasto energético asociado a la actividad física es una parte importante en la ecuación de equilibrio energético que determina el peso corporal. La disminución del gasto calórico que conlleva la reducción de la actividad física es probablemente uno de los factores que más contribuyen a la epidemia mundial de sobrepeso y obesidad.
- La actividad física tiene gran influencia en la composición del cuerpo: en la cantidad de grasa, de músculo y de tejido óseo.
- La actividad física y los nutrientes comparten en gran medida las mismas vías metabólicas y pueden interactuar de diversas maneras que influyen en el riesgo y la patogénesis de varias enfermedades crónicas.
- Se ha comprobado que el buen estado cardiovascular y el ejerciocio físico reducen significativamente los efectos del sobrepeso y la obesidad en la salud.
- La actividad física y la ingesta de alimentos son comportamientos tanto específicos como interactivos, en los que influyen y pueden seguir influyendo en parte, medidas y políticas.
- La falta de actividad física es un riesgo para la salud mundial y es un problema extendido y en rápido aumento .
Para lograr los mejores resultados en la prevención de ENFERMEDADES CRÓNICAS, las estrategias y las políticas que se apliquen deben reconocer plenamente la importancia fundamental de la dieta, la nutrición y la actividad física.
CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO
Lic. Marcela Leal