Sexualidad en niños y adolescentes, preguntas y curiosidades
¿Cómo tratar el tema con niños y adolescentes para que se manejen de forma responsable partiendo de la premisa de que los errores se suelen cometer por falta de conocimientos y no por exceso de ellos?
La sexualidad es inherente al ser humano y como tal podemos decir que evolucionó al tiempo que lo hizo nuestra especie. Si bien hubo un tiempo en que la sexualidad fue reprimida por la sociedad, a partir de la mitad del siglo XX se inició el proceso conocido como la revolución sexual. En la actualidad la sexualidad se desarrolla plena y racionalmente.
¿Cuándo debemos empezar a hablar de sexualidad con nuestros hijos?
Cuando al niño le enseñamos a conocer su cuerpo debemos mencionarle por su nombre todas sus partes: tu cabeza, tus ojos, tu corazón, etc. En general, al llegar al área de sus genitales omitimos llamarlos por su nombre dando otros distintos (tu cosita, tu conejito, tu pajarito, etc.) cuando deberíamos darles su verdadero nombre (tu vulva, tu pene, tus testículos).
La curiosidad de los niños y adolescentes en relación a la sexualidad debe ser el disparador para abordar el tema. En líneas generales, sus preguntas y preocupaciones evolucionan de la siguiente forma:
De 3 a 6 años:
- Mi cuerpo
- Yo y el mundo
- ¿Cómo he nacido?
- ¿A quién me parezco?
De 7 a 10 años:
- Estoy creciendo
- Yo y los demás
- ¿Cómo he nacido? (la fecundación, la división de la célula, el embarazo y el parto)
De 11 a 14 años:
- Chicos y chicas
- Cómo cambia mi cuerpo
- El juego, la amistad, el amor
- Anticoncepción y sexo con seguridad
- ¿Cuando nace un niño?
De 15 a 18 años:
- Los cambios
- Los roles sexuales
- Vivir la sexualidad
- El juego, la amistad, el amor
- La respuesta sexual
- La contracepción y el nacimiento
- A quién dirigirnos para hablar de sexo
Los niños y el desarrollo sexual:
Sabemos que en los niños la búsqueda de placer es auto erótica. Es decir, sus actividades son placenteras en sí mismas y los fines de su sexualidad son diferentes a los de los adultos.
La Escuela Psicoanalítica distingue las siguientes etapas del desarrollo sexual:
- Oral: de 0 a 2 años.
- Anal: de 2 a 4 años.
- Fálica: de 4 a 7 años.
- Latencia: de 7 a 12 años.
- Genital: a partir de los 12 años.
Ante las preguntas que nos formulen, lo que primero deberíamos hacer es preguntarles a ellos por qué quieren saber y qué saben ellos al respecto. Es importante dar siempre explicaciones sencillas de acuerdo a la madurez de los niños. Las mismas deben formularse con veracidad, claridad y naturalidad. Lo que no debemos hacer nunca es negarnos a contestar, hablarles en secreto o castigarlos por preguntar. Para ello, es recomendable emplear siempre palabras correctas, responder sin tener en cuenta el sexo del que pregunta, facilitar las preguntas y aprovechar las circunstancias
El sexo debe ser desmitificado y hacer siempre alusión a las relaciones sexuales como parte esencial de la vida, fundamental para la reproducción de la especie, pero motivo en sí de placer, de gozo y de expresión de amor. De ninguna manera debe verse como algo prohibido, inmoral, reprimible, ni como tabú.
Sexualidad en la adolescencia:
La sexualidad suele hacer explosión en la adolescencia cuando se inician los cambios hormonales. Si bien físicamente el o la joven son capaces de tener relaciones completas, no siempre están listos psicológica ni económicamente para afrontar las posibles consecuencias, como un embarazo no deseado o enfermedades de transmisión sexual. Por ello, es esencial que los jóvenes conozcan el desarrollo de su sexualidad y la realidad total del acto sexual de manera que aprendan a manejarla de forma responsable.
Muchos adolescentes tienen desde edades tempranas una vida sexual activa (entendida desde el primer coito) por ignorancia, por mala información o por temor a indagar. Como consecuencia, no ponen en práctica medidas preventivas como el uso del condón o de anticonceptivos para evitar tanto embarazos como enfermedades de transmisión sexual.
La mayoría de las adolescentes, por ejemplo, cree que tener relaciones “de vez en cuando” no las expone al riesgo de embarazo y muchas piensan que si se sabe que usan anticonceptivos hay una implicación de ser “fáciles” o promiscuas. Sucede también que muchas adolescentes ceden a la presión de sus coetáneos de “experimentar” cayendo en el error de creer que con “frotarse” o recibir el pene pero retirarlo antes de la eyaculación formal no les causará problema. Ignoran que puede haber pequeñas emisiones de semen que portan espermatozoides que embarazan, si el momento es propicio.
El embarazo y las enfermedades de transmisión sexual, algunas fatales como el SIDA, otras potencialmente incapacitantes como la gonorrea, la clamidia o el herpes, deben ser objeto de una discusión franca, obviamente “en dosis”, de acuerdo con la edad.
En atención al proceso evolutivo social y a la proliferación de colegios y escuelas mixtas, es cada vez más frecuente que los adolescentes alternen con el sexo opuesto de manera temprana. Inicialmente, la relación suele ser como aquella que ocurre con individuos del mismo sexo: más de compañerismo que de vínculo sexual. En algún momento, sin embargo, el proceso cambia y surge la atracción física y afectiva y comienzan a tomarse de las manos, a acariciarse, a besarse. Desde este momento a etapas más avanzadas, basta un sólo paso a no ser que medien razones muy bien cimentadas de índole moral o religiosa. Sin embargo, y aún existiendo ellas, es muy factible que en determinadas circunstancias se obvien esas barreras y se avance a caricias genitales y al acto sexual o coito. Con frecuencia el alcohol o las drogas psicoactivas son elementos que derrumban las defensas y deshiniben a la persona.
Conscientes de que en algunas religiones no es permitido sostener relaciones prematrimoniales, debe decírsele a los jóvenes que hay “opciones” placenteras hasta llegar al orgasmo como la masturbación individual o mutua. De ninguna manera deben presentarse esas prácticas como causa de enfermedad física o mental ni aterrorizar con la condena moral. Para muchos, las caricias y los besos son suficientes.
El ideal es que la vida sexual activa con el sexo opuesto se posponga hasta cuando el adolescente esté en condiciones de tener relaciones sexuales seguras y responsables. Obviamente, debe impartirse respeto por la función reproductiva y por su pareja sin negar el placer e insistir en esperar para cuando esté preparado, para iniciar una vida sexual activa.
Predicar y educar contra la promiscuidad es parte de la formación, ya que la relación con las enfermedades de transmisión sexual es un hecho bien demostrado.
Diversos estudios han señalado que los jóvenes se sienten dispuestos a discutir con los médicos los temas relacionados con la sexualidad. Por tanto, se recomiendan controles médicos anuales que incluyan orientación clara sobre los comportamientos sexuales responsables, el riesgo de las enfermedades de transmisión sexual, el uso de condones y el control natal.
El sexo es una parte de la vida, sólo una parte, sana y natural. Yo asumo que su poder es tan grande, que debemos hacer cualquier esfuerzo para que sea usado con responsabilidad
CONSULTE SIEMPRE A SU MEDICO
Dra. Amapola Adell Gras