El rol de los padres

Según la ONG Luchemos por la Vida, todos los años fallecen unas 7.500 personas por siniestros viales y la franja etaria más perjudicada es la que va de los 16 a los 27 años de edad. Pero ésta no sólo es una problemática de la Argentina. En otros países, como México, hay más de 7 mil siniestros de tránsito diarios y los jóvenes también son los más afectados, convirtiéndose en una de las principales causas de fallecimiento en este grupo de edad.

La conducción bajo los efectos del alcohol y con exceso de velocidad son dos de los factores que más influyen en el número de incidentes viales en los jóvenes. El consumo de alcohol es una de las principales causas de siniestros viales con muertes. En el 50% de esos hechos trágicos, el consumo de alcohol fue uno de los factores determinantes. La Ley Nacional de Tránsito admite para los conductores una alcoholemia de hasta 0,5 gramos por litro de sangre para conductores particulares, de 0,2 gramos por litro de sangre para conductores de motos y de 0 para los conductores de transporte de cargas y pasajeros. Se debe comprender que el alcohol reduce la capacidad de reacción de las personas y el riesgo de sufrir un siniestro se incrementa hasta diez veces. Conducir alcoholizado pone en riesgo la vida de los demás y la propia.

A medida que aumenta la velocidad en un automóvil se multiplica la gravedad de sus consecuencias, en especial para los usuarios vulnerables de la vía pública, como son los peatones, los ciclistas y los motociclistas. Las personas no saben cuánto tiempo se ahorran realmente por conducir unos kilómetros más rápido. Si lo supieran, no lo harían. A modo de ejemplo, imaginando que se realizara un recorrido total de diez kilómetros a una velocidad de 100 km/h por una ruta similar a la autopista 25 de Mayo, el conductor tardaría menos de un minuto y medio más que si condujera a 130 km/h. La pregunta es: ¿vale la pena ahorrar ese tiempo y jugar con la muerte?

Un caso reciente

Muchas veces, los perjudicados son los jóvenes por culpa de sus padres. Lo ocurrido el domingo 21 de agosto explica esta realidad: en la provincia de Misiones, una adolescente de quince años al mando de un Mini Cooper, que el padre le había regalado en su último cumpleaños, atropelló a un motociclista, quien perdió la vida por las graves heridas que le provocó el choque. Los testigos que vieron los pormenores de la colisión, que fue casi frontal, declararon ante la Policía que el vehículo había pasado en rojo el semáforo de la intersección y que el motociclista había pasado correctamente con la luz en verde. Al respecto, Joaquín Losada, intendente de la ciudad de Posadas, dijo: “El rol de los padres debe ser un rol de conducción, de valores y de límites. Se volvió crítica la responsabilidad de los padres. Regalar un auto a una nena de quince años habla de una enorme irresponsabilidad. Ella no está en condiciones de hacerlo ni lo tiene permitido por su edad

Con relación al padre de la niña, Gerónimo Bonavera, cuyo hijo falleció producto del accionar irresponsable de una persona, aseguró: “En un país normal, con justicia correcta, el padre debería ser condenado como partícipe necesario del homicidio, como mínimo”. Un caso a seguir en un país como el nuestro, donde la Justicia tiene mucho por hacer en materia de tránsito. De acuerdo con el artículo 45 del Código Penal: “Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido cometerse tendrán la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo”. Pregunto: “Si el padre no hubiera puesto el automóvil a disposición de la hija menor, ¿la niña habría cometido el homicidio?”.

 Por Fernando Ulloa,  Responsable de Conducta Vial (www.conductavial.com)