Como ayudar a los hijos en su relación de pareja
Hablar de cómo podemos ayudar a nuestros hijos e hijas en sus relaciones de parejas, me resulta una interesante reflexión como madre de 3 adolescentes jóvenes, porque a mi juicio es una de las responsabilidades que resulta difícil de armonizar en nuestro rol de padres. Nuestras propias experiencias e historias de vida; la dificultad de reconocer que nuestros hijos e hijas son seres sexuados y en particular a los tiempos que nos ha tocado vivir, nos confronta en nuestra posición de padres acompañantes de nuestros hijos en esta área de la sexualidad. Hoy día, resulta un tanto complejo encontrar el equilibrio en esta área.
Diversos cambios en la sociedad y en el modelo de crianza han provocado que la relación entre padres e hijos no sea tan vertical. En la actualidad existe mayor comunicación, más cercanía entre padres e hijos; más flexibilidad, respeto y tolerancia por las decisiones de los hijos. No obstante, como padres nos inquieta que nuestros hijos e hijas elijan mal sus parejas, queremos evitarles a toda costa malas experiencias, sufrimientos por amor o grandes decepciones, y nos invade ese sentimiento de “sobreprotección” e intentamos interferir con la relación que se ha establecido.
Los primeros inicios de intento de relación de parejas ocurren en la adolescencia con el despertar sexual caracterizado por la atracción por sexo opuesto (o de igual sexo) propia de esta etapa del desarrollo psicosexual. Este ensayo, es el noviazgo, que con mucha frecuencia los padres tienden a prohibirlo, por considerar que los chicos están muy jóvenes, pero olvidan que estas primeras relaciones inicia un proceso de capacitación en el tema de las relaciones interpersonales y de pareja, que más que prohibirlo, se debe acompañar, para que de esta manera se vayan creando habilidades de relaciones que pueden ser útiles para la vida de pareja posterior. No olvidar, que en la adolescencia se consolida la personalidad, y este es un primer intento de establecer relación de pareja, experiencia que se reforzará con los modelos que ofrezcan sus padres con sus propias relaciones de parejas.
Algo que debemos tener en cuenta y no olvidar, es que en esto de la selección de pareja de nuestros hijos, nuestras propias actitudes como pareja, afectan este sistema de elección. Con frecuencia ignoramos que nuestros comportamientos permean de manera directa las habilidades sociales de nuestros hijos e hijas en la forma en que los padres se relacionan como parejas. Nuestras actitudes, nuestros miedos y accionar frente a los demás influencian de manera importante la forma en que se relacionan nuestros hijos e hijas con los demás. Los hijos aprenden de lo que ven, de lo que escuchan, del lenguaje no verbal. Nuestros patrones de relaciones pueden ser aprendidos por nuestros hijos.
Los padres deben respetar las decisiones de los hijos e hijas al momento de que ellos decidan iniciar una relación con otra persona, deben de escucharlos, apoyarlos, comprendidos. A veces podemos intuir que no es la persona adecuada, sin embargo, es preciso advertirles de los riesgos potenciales, de los peligros existentes. El mostrarle a los hijos que nos interesa su relación, es una manera de acompañarles en esta experiencia.
Hablen con sus hijos e hijas adolescentes y jóvenes sobre las relaciones sanas. Una buena oportunidad de hacerlo es cuando usted note que se comienzan a interesar por tener pareja, cuando ya han iniciado en una relación amorosa. Hay que dejar establecido a nuestros hijos e hijas los componentes indispensables para una relación de pareja sana para ambos miembros, la cual se establece en la base del respeto, valoración y comprensión de quienes somos en realidad. Es imprescindible en una relación de pareja sana que exista buena comunicación y la capacidad de expresar los sentimientos; que exista consideración por el otro; confianza de creer en la pareja y que exista un compromiso de mantener esta confianza y de no ser deshonesto; que exista espacio para cada integrante de la pareja.
Los adolescentes tienden a ser manipuladores, exigentes y demandantes de atención, es fundamental que cada persona mantenga su identidad y sus propios objetivos. Una relación de pareja sana demanda que se evite el dañar al otro, que impere la justicia y sobre todo que exista la posibilidad de solución de los conflictos que puedan ocurrir por medio del compromiso, el perdón y la comprensión.
Si educamos a nuestros hijos en un modelo de paternidad con autoridad, no tendremos mayor dificultad en este proceso de elegir parejas, pues esta forma de crianza los padres son estrictos, pero que dan explicación y razón para serlo, establecen reglas claras y específicas las cuales deben ser cumplidas, negocian con sus hijos y los estimula a tener pensamientos independientes y autocríticos. Como padres no podemos evitar que nuestros hijos sufran alguna experiencia emocional dolorosa, pero lo fundamental es asegurarnos que nuestros hijos tomen las decisiones adecuadas.
Dra. Josefina Luna
Médica pediatra y especialista en adolescentes
República Dominicana
excelente tu articulo, gracias!!!!