¡QUÉ PADRE! Un nuevo día del padre

Dia-del-Padre

Por el Dr. Salvador Alvarado González*

Como muchos de ustedes sabrán, soy padre de dos personas, ahora hombres, y sigo pensando que para mí la paternidad se me dio muy fácil: mis hijos fueron excelentes hijos desde chicos y lo siguen siendo. ¡Ese es mi mejor regalo! Claro que no ocupo el regalito material. Ellos son mi mejor “regalito” y a riesgo de parecer cursi, quiero decirles que siento muy padre, ser padre. Y comparto con ustedes algunas ideas acerca de la paternidad.

LAS PREOCUPACIONES DE UN PADRE:
Los padres, y lo digo por experiencia propia al sentirlo así, cargamos con una gran responsabilidad.  La responsabilidad de dar el ejemplo de valores universales a los hijos.

Así, un padre que se sienta digno de serlo, debe ser honesto, auténtico, trabajador, confiable, verídico, libre, responsable, entusiasta, bondadoso, justiciero, amable, estudioso, valiente, amoroso, consciente, estable, maduro, comprensivo y muchas otras cosas más. ¡Uf! Sí qué es difícil. Probablemente haya muchos padres así, pero yo no soy de esa manera, ojalá lo fuera.

Yo no soy así, pero creo que todos los padres vamos andando un camino y podemos poner esos valores que he mencionado atrás más que como una meta, como acompañantes del camino. Porque creo que eso es la paternidad: un camino. Podemos intentar adquirirlos uno a uno hasta la consecución de todos ellos. Cuando empezamos la paternidad no tenemos ni la menor idea de lo que significa ser padre y con el tiempo debemos ir aprendiendo. Así es el ciclo de la vida. Claro que es bueno prepararse para ser  mejor padre, pero a veces no se puede, o no se sabe, y la vida va enseñándolo a uno, a veces con golpes, pero nos va enseñando.

Un padre responsable se ocupa de que no le falte a sus hijos lo más elemental: casa, sustento y abrigo. Lo demás viene por añadidura. Claro que debe tener uno expectativas para sus hijos. Debe uno ver hacia el futuro de ellos y ocuparse de lo que van a estudiar, de lo que van a ser como individuos. Un padre debe ser ejemplo para que sus hijos sean útiles a ellos mismos y a la sociedad en la que se desenvuelven. Siempre he dicho que todo individuo debe tratar de hacer el bien a los demás, y nunca el mal.

Un padre debe enseñar a sus hijos que las riquezas materiales son importantes, pero que no son lo más importante para llevar una vida plena, llena de sentido y significado, una vida feliz y madura.

Un padre se debe ocupar,  y más en la actualidad, porque sus hijos no adquieran hábitos autodestructivos, como son el tabaquismo (que mata más que todas las demás drogas juntas), el alcoholismo, la drogadicción, el consumismo y la anhedonia. Anhedonia es un término poco común, significa una tristeza profunda, una tristeza existencial. Una infelicidad crónica que no se quita con riquezas materiales. La anhedonia lleva implícita depresión emocional y la depresión emocional lleva al suicidio, sea este agudo o lento (el suicidio lento es transitar por el mortal camino de las adicciones).

Un padre debe jugar el doble papel de autoridad en la casa y amistad con los hijos. Papel que no es fácil jugar. Si bien es cierto que este papel de autoridad en la casa se debe compartir con la mamá, ésta, con frecuencia, deja toda la responsabilidad del cumplimiento de las reglas y de los castigos al padre, cosa que no es apropiada, ni justa, pues el padre es observado por los hijos como el ogro malo de la película.

LO QUÉ EL PADRE DEJA DE DISFRUTAR:
Con mucha frecuencia el padre responsable, por estar ocupado en las labores propias de conseguir lo material para la subsistencia, se pierde de los momentos más bellos de las primeras etapas de sus hijos: de las primeras palabras, de los bailables en el jardín, de las visitas al pediatra (cosa que vivo todos los días, pues pocos son los padres que pueden asistir a la consulta regular de sus hijos, pues el trabajo no se los permite).

Con frecuencia el padre se pierde de las confesiones más íntimas de los hijos, quienes toman a la madre como consejera y doctora corazón. En fin, los padres tenemos menos oportunidades de disfrutar a los niños y cuando menos lo pensamos el tiempo pasó tan rápido que apenas si nos damos cuenta de que ya no tenemos niños, sino hombres hechos y derechos. Bien se dice que la vida es un suspiro. Hay que disfrutar, pues, ese suspiro.

Un padre también recibe con mucha mayor frecuencia que la madre  el reclamo de los hijos adultos que se sintieron afectados por una sensación de abandono por el exceso de trabajo del padre. Esto puede haber sido real o imaginario, y hasta pudo haber sido inevitable. Un  hijo joven no sabe por las situaciones emocionales, económicas y hasta socioculturales que tuvo que pasar su padre en los momentos de su juventud y se queja y reclama y enjuicia, por lo que se le hizo,  y por lo que no se le dio. Esto es muy desgastante y los padres y los hijos, ya adultos, deben “trabajar” psicológicamente para una reconciliación que elimine el dolor emocional acumulado.

MERCANTILISMO EN EL DÍA DEL PADRE.
Un padre no necesita de un regalo material para que se le reconozca su labor. Un abrazo, un beso, cualquier caricia y unas palabras de amor de viva voz o a través de una cartita y el tácito agradecimiento son suficientes para recompensar los años de esfuerzo de la paternidad responsable. El perfumito, la corbatita, la camisita y cualquier otra “cosita” material anunciada en los periódicos como sinónimos de agradecimiento y amor, no son, ni en lo más mínimo, lo que evidencie el agradecimiento y el cariño por los hijos por sus padres. No digo que no se nos pueda regalar algo, ¡claro qué sí!, lo que digo es que los regalos no suplen el amor y el respeto cotidiano que debemos profesar por un padre que ha sido responsable y ha cargado por años en sus espaldas una enorme cantidad de preocupaciones y desvelos.

Para aquellos que no tenemos la dicha de tener a nuestro padre vivo, basta tener un recuerdo agradable de él, un recuerdo bonito, y un entender las circunstancias por las que pasó y que haya motivado a no ser buen padre En fin,  basta un pensamiento muy íntimo de agradecimiento para que la labor de nuestros ausentes padres sea validada, o, en mi caso, basta unas palabras poéticas, como estas que le escribí a mi padre ya finado hace algunos años:

PADRE, ¿QUÉ ES LA DIGNIDAD?*
Una vez le pregunté a mi padre
que era eso de la Dignidad
y él me contestó pronto y sin alarde:
-hijo mío, es la cualidad
de ser uno mismo,
y de tener el mando de nuestra propia vida.
Es la seguridad de dirigir
nuestro propio destino;
es poder muy claro decir
lo que decir deseamos.
Es pensar como se quiere;
es obrar con uno mismo acorde,
es no ser, por miedo, cobarde
y es reconocer que pudieses
a cada momento ser mejor.
Es no entrar en calor
de tercas discusiones.
Es tener la libertad
de tomar tus propias decisiones.
Es saber no pedir limosna
y es no hacer de los méritos lisonja.
También es no aceptar prebendas,
y que nunca tu palabra vendas.
Es amarse a uno mismo.
Es tener por esencia el optimismo,
la fe y la conciencia.
Es no ceder a la complacencia,
ni tampoco a la flojera ceder.
Es merecer lo que te comes.
Es en alto tener
la moralidad,
que puesta en práctica,
es la mejor realidad.
Es tener lo que se merece,
y por lo que se merece luchar.
Es saber a otros amar.
Es no tener metidos en la mente
los clavos de la maldad.
Es no participar
de los actos inmerecidos.
Es la independencia moral;
y sólo esto, hijo mío, te digo
para no decirte más…
-Sólo eso mi padre dijo
y después… !se dispuso a callar…!

Bien, esto es todo por hoy.  Recuerden que les deseo, como siempre, salud y larga vida. No nos dejemos abatir por las malas noticias y cuidemos a nuestros hijos. “Ni golpes que duelan, ni palabras que hieran” en la educación de los niños.

*El Dr. Alvarado es Médico Cirujano y Partero egresado de la Universidad de Guadalajara con la especialidad de Pediatría del Hospital Civil de Guadalajara y del Hospital Infantil de México, Diplomado en Sexualidad Humana, Instructor en Paternidad Responsable.

One Response to ¡QUÉ PADRE! Un nuevo día del padre

  1. Hermoso Doc! gracias por compartir tu nota y tu poesía!

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